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martes, 27 de marzo de 2012

MARAÑONES 2010. Garnacha. Vinos de Madrid.

En los últimos meses la bodega Marañones se está convirtiendo en invitada frecuente a nuestro blog, por algo será. Probamos el Picarana,  y después el  Treinta mil maravedíes. Hoy presentamos este Garnacha 2010 que sorprende desde el principio. La capa es baja y el color, rosado, entre fresa y frambuesa; de hecho se parece más uno de los rosados españoles que a un tinto. Dicho de otra forma, parece un tinto borgoñón. Y es que la garnacha es una uva con racimos apretados y uvas de pequeño tamaño y hollejo fino, que tiende a dar niveles no muy elevados de tanino y color.


En nariz se ha comportado espléndidamente. Nos ha ido ofreciendo, con precisión y nitidez, en primer lugar,  fruta roja; pero no de la acompotada tan frecuente en muchas elaboraciones, sino de una fruta fresca, como cuando uno presiona la pulpa y se mancha los dedos. A continuación llega el tono mineral, entre polvoriento y terroso. Además aparecen notas de hierba de monte, balsámicas. Huele muy bien.


Nos queda la fase final. La entrada es amable, frutal, con la golosidad de la fruta, no de la madera tostada (también tan habitual en muchos vinos actuales); y hay mucha y buena acidez, que puede con la carga alcohólica (14,5%, un territorio ya muy arriesgado). Una acidez refrescante, que hace salivar. También apuntamos que, pese a tratarse de un vino ligero en boca, tiene carácter, invade el paladar, que se llena de recuerdos frutales y minerales ( se estimula esa complicada zona de lo salado). El alcohol, y esta es otra virtud, no se nota; contribuye a dar suavidad y cierta densidad.
Queda un final ligeramente amargoso y estupendo, y un recuerdo muy prolongado.
Un vino excelente,  muy placentero.
Nos costó alrededor de los 15 euros en Vinoteca Tierra, de Madrid.
¡Salud! 

lunes, 26 de marzo de 2012

CHATEAU MAZERIS 2008. Merlot y cabernet franc.Canon Fronsac. Burdeos. Francia

Tras la visita que hicimos hace unos meses a Chateau Mazeris , iniciamos el contacto tranquilo con sus vinos.
Muestra una capa media, color picota vivo y  un ribete con, todavía, matices fucsias. 

En nariz exige, ya lo sabíamos, aireación. Somos pacientes. Al principio, hemos detectado notas minerales, o de hojas-flores secas, algún destello como químico, algún recuerdo balsámico. Pero, con tiempo, la fruta roja ha hecho su aparicíon con rotundidad y madurez (reflejo quizá de una añada cálida). La madera apenas se aprecia; como nos explicó Jean de Cournuaud, mezclan vino procedente de los depósitos de hormigón con los de barrica, antes de embotellar, con predominio del primer tipo.

En boca tiene un punto goloso (sin estridencias, que estamos en Burdeos)  y excelente acidez. Los taninos se sienten, pero con amabilidad. Deja un recuerdo muy largo, en el que confluyen los recuerdos frutales y un ligero y grato amargor. 


Un vino con calidad y complejidad, a 10 
euros en bodega. Excelente propuesta.

¡Salud!
REPETIMOS
Nueve meses después lo volvemos a probar; está perfecto, quizá mejor que la primera vez. Sobre todo nos parece aún más complejo en nariz; encontramos notas de musgo, de bosque, de tierra húmeda, especias, y un sutil toque tostado de la barrica.
En boca mantiene las características, destacando su acidez, una tanicidad que reclama una buena comida (sin molestar), y ese ligero amargor final que ayuda a prolongar su recuerdo.
¡Salud!

sábado, 24 de marzo de 2012

LA ZORRA 2010. Rufete (80%) y tempranillo. Vino de Calidad de la Sierra de Salamanca. España.

No podemos resistirnos a probar una variedad nueva, como es la rufete. Y lo hacemos con un nuevo proyecto, el de Vinos La Zorra, que ha nacido en el bello paraje de Las Batuecas.
 
Tiene un color muy bonito, con capa media, destacando el color  fucsia. En nariz detectamos muy pronto el roble americano que lo ha criado, con sus notas a coco, vainilla, galleta (Chiquilín). Pero hay más, el vino tiene su complejidad. Tras cierta aireación (lo necesita) van apareciendo notas de fruta roja madura, de flores y hojas secas, terrosas. El alcohol (14%) destaca un poco.  Tras hacerle el vacío a la botella, lo hemos probado un día después. Los aromas que detectamos nada más abrir la botella, algo sucios (quizá por efecto de las lías), han desaparecido. Las notas terrosas son más nítidas, y ocurre lo mismo con las frutales.

En boca se presenta con una dulce entrada. Es un vino cálido (el alcohol también se nota, aunque se puede solventar con un paso previo por la nevera), con unos taninos presentes aunque no desagradables (invitan a probar este vino dentro de un tiempo), y que deja un buen recuerdo frutal.
Un vino muy recomendable, para los inquietos que quieran salirse de los caminos más transitados y probar algo distinto, como este vino que nace en las montañas salmantinas. 
Su precio, además, es muy atractivo; menos de 10 euros en la bodega Santa Cecilia de Madrid.
¡Salud! 

viernes, 23 de marzo de 2012

NEGROAMARO 2009. Negroamaro. Salento. Italia

Seguimos con un vino italiano, ya que nos estamos preparando para desembarcar en aquel país. Queremos seguir aprendiendo y disfrutando del maravilloso mundo del vino y, tras nuestra visita a Burdeos, toca rendir visita al otro lado del triángulo de los grandes productores de vinos europeos.
Mientras tanto, nos vamos aclimatando con vinos como este salentino de uva negroamaro. Salento queda en el sur de Italia,  concretamente en el "tacón de la bota", con Lecce como ciudad de referencia. Sus vinos palidecen ante el brillo de los grandes nombres italianos, pero esto no es obstáculo para que se elaboren buenos caldos.

Este que nos ocupa es de capa muy alta, con un ribete, entre fucsia y picota. En nariz muestra buena intensidad, destacando los olores dulces de torrefactos y vainilla. A éstos se suma la fruta negra, ciruela pasa, con toques de regaliz.
En boca muestra un dulzor golosón inicial que le hace muy apetecible. Su paso es suave, sedoso, maduro.
 Un vino sencillo, con virtudes, de los que se beben con facilidad. Su precio sobrepasa por poco los 10 euros (lo compramos en la Vinoteca Tierra, de Madrid).
¡Salud!    

jueves, 22 de marzo de 2012

VILLA MONTEPALDI 2008. Sangiovese. Chianti Classico. Italia.

Los italianos saben vender muy bien sus productos, y los vinos no son una excepción. La palabra Chianti lleva asociada la imagen de buen vino, de hecho es el vino de calidad que más se produce en Italia, así que no podía faltar un ejemplar en el blog. Chianti es una Denominación de Origen Controlada y Garantizada; y una de las subzonas que la componen es Classico, que abarca parte de las provincias de Florencia y Siena. La uva asociada a Chianti es la sangiovese.



Este Villa Montepaldi es de capa media-baja, con bonito color rubí. En nariz aparece algo inexpresivo al principio. Vamos encontrando algún olor llamativo, como de mercromina o barniz. Con la aireación, la fruta roja se va mostrando, aunque entrelazada con notas de hoja seca o terrosas.

En  boca resulta ligero, aunque el alcohol, que también nos ha molestado algo en nariz, desentona un poco. Presenta buenos taninos, que dejan un amargor final bastante largo.
Nos costó alrededor de los 15 euros en Vinoteca Tierra, de Madrid. Hemos probado bastantes vinos mejores por ese precio.
¡Salud!  

miércoles, 21 de marzo de 2012

TETAS DE LA SACRISTANA SELECCIÓN 2009. Tempranillo, merlot y cabernet sauvignon. Vinos de la Tierra Laujar-Alpujarra. España.

Vale, confesamos que, a veces,  nos dejamos llevar por criterios no demasiado profesionales a la hora de elegir un vino. Es el caso de este que presentamos hoy en Vinoencasa. De vacaciones en Sevilla durante este puente de San José nos hallábamos en un céntrico restaurante en el momento, siempre interesante e indeciso, de elegir un vino de entre el puñado de marcas que había en la carta y nos saltó a la vista este nombre: Tetas de la Sacristana. Si hubiéramos sido unos sesudos geógrafos, expertos en toponimia y en las regiones vinícolas españolas, es posible que la palabra "tetas" la hubiésemos asociado a "cerros, montículos, oteros". Es decir, que la marca del vino la podríamos haber traducido mentalmente en algo parecido a "Los cerros del paraje de la Sacristana". Para no ir mucho más lejos, en Madrid, en el barrio de Puente de Vallecas, hay un parque formado por dos redondas colinas que recibe el popular nombre de "Parque de las Tetas", desde el que, por cierto, se ve la mejor panorámica de la ciudad. Pero no, resulta que al leer en el dichoso título la palabra "tetas", nos salió a relucir el eterno adolescente que llevamos dentro - algunos aún de forma muy, muy superficial, a pesar de los años - y se nos escaparon unas risitas nerviosas. Y es por eso que terminamos pidiendo este vino para cenar. Bueno, por eso y porque no habíamos incluido todavía en el blog ningún representante de esta denominación de Laujar-Alpujarra, que ocupa los términos municipales de Alcolea, Fondón y Laujar de Andarax en la Alpujarra oriental, en la provincia de Almería. 
De capa media-alta y ribete rubí, en nariz domina una fruta roja madura (fresón) junto con aromas herbáceos (pimiento asado, orujo de aceituna) y especias (pimienta). También ofrece mineralidad (polvo) y tostados (torrefacto), pero no muy marcados.  Las tres uvas que forman parte de este vino han tenido crianzas distintas: 12 meses para la tempranillo y 5 para la merlot y la cabernet. Está bien porque la madera aparece de forma muy discreta. 
La entrada en boca es suave. La nota gustativa principal es el dulzor de la fruta en sazón y una equilibrada acidez. Los taninos están muy pulidos. Resulta algo corto. En el retrogusto hay algún recuerdo vegetal (pimiento). 
La sensación final es buena. Es un vino sin complejidades, agradable y fácil de beber. Lo consumimos en el restaurante Antigüedades de Sevilla, en pleno casco antiguo, a dos pasos de la catedral. Su precio en la carta fue de 18€, pero en la web de la bodega lo hemos visto a algo más de 9. No está mal un 100% de margen de beneficio para el restaurante. ¡Y luego se quejan de que en España cada vez se bebe menos vino!
¡Salud! 

lunes, 19 de marzo de 2012

FEDERICO PATERNINA SELECCIÓN ESPECIAL 08. Tempranillo. Rioja. España.

La familia Eguizábal, dueños de la bodega Federico Paternina, ha lanzado este vino de diseño novedoso sobre la base de la tempranillo.
Es de capa elevada y color picota, con un ribete todavía remolacha. 
En nariz, nada más descorchar la botella, aparece la fruta roja (frambuesa, fresa) de la variedad. La madera no distrae, aunque va ganando protagonismo con el paso del tiempo (notas de vainilla y tofe). La crianza ha sido de doce meses en roble americano con tostado medio.
En boca presenta muy buena acidez, con un punto inicial golosón que le hace muy apetecible. Es de cuerpo ligero, de paso fácil, aunque muy persistente. Los taninos están perfectamente integrados. El recuerdo que queda es largo, con un amargor agradable.
 Un vino bien hecho, dentro de una línea moderna, fácil de beber, pero que parece querer cambiar el paso con respecto a lo que se conoció como "alta expresión", concepto que llevó a muchos riojas a acercarse a estilos alejados de su tradición, más corpulentos y potentes. 
Un vino con muchos ingredientes para triunfar en el mercado; además su precio es muy atractivo, ya que se puede encontrar por algo menos de 10 € (nosotros lo compramos en Vinoteca Tierra, de Madrid).
¡Salud!   

domingo, 18 de marzo de 2012

CHATEAU VIEUX LARMANDE 2006. Saint Emilion. Burdeos. Francia.

Volvemos a Burdeos para probar este Saint Emilion Grand Cru que fue premiado en  "Vinalies 2009" con un Gran premio de excelencia.



De capa alta y ribete picota, con un puntito de evolución hacia el teja; en nariz, y tras decantarlo, nos ha aportado, al principio,  fugaces notas florales. La fruta roja madura toma el relevo, especialmente tras agitar la copa. También encontramos notas de té, jabonosas, de barniz y de tofe.
 
En boca resulta potente, con una tanicidad marca de la denominación bordelesa, que no desagrada aunque está ahí, bien presente. Por lo que vamos conociendo de estos vinos y su cultura, es  bastante común que se vendan y consuman añadas mucho más antiguas que lo que se estila en España. El amargor tánico queda en el recuerdo.
Un vino para acompañar una comida "seria".


Nos costó 16,80 € en la Maison du vin de Saint Emilion.
¡Salud!

viernes, 16 de marzo de 2012

VIERLES 2007.Syrah, cabernet sauvignon, graciano, tempranillo, merlot y garnacha. Ribera del Queiles. España.

Un vino de una D.O. pequeña y poco conocida por el gran público. Comprende una estrecha franja entre Aragón, Navarra y La Rioja, con el Queiles, afluente del Ebro, como eje.
Lo elabora Guelbenzu, una bodega de larga trayectoria, que hoy está integrada en el grupo Taninia.
 Vierlas se presenta con una capa altísima y un ribete color mora. En nariz nos ofrece buena fruta madura, con notas terrosas en segundo plano y algún destello floral. La madera está bien integrada y no distrae. Aparece de forma sutil.

 En boca presenta equilibrio entre dulzor, acidez y unos taninos que no molestan. El paso es agradable, dejando un recuerdo muy grato.
Un vino interesante que cuenta con un precio muy atractivo; nos costó unos 8 euros en la Vinoteca Tierra, de Madrid.
¡Salud! 

martes, 13 de marzo de 2012

CAPANNA 2009. Sangiovese. Rosso di Montalcino. Italia.

Al sur de la Toscana se encuentra Montalcino, famoso por la producción del vino brunello, pero también del rosso. En esta zona reina la sangiovese, una de las grandes variedades tintas italianas.

Este Capanna, de color cereza y capa media, nos ofrece en nariz olores variados, como los procedentes de la crianza en  grandes botas de roble de Eslovenia y francés Allier; café, especias, a los que se suman matices vegetales, de cuero, y, tras agitar la copa, buena fruta roja. El vino necesita aireación para ir mostrando su complejidad.
 
En boca muestra corpulencia, amplitud, con taninos que están a un paso de mostrarse maduros, con un interesante duelo de fuerzas entre dulzor, acidez y amargor.  Deja buen recuerdo.
Interesante opción para tomar contacto con las elaboraciones y las variedades italianas.
Su precio se encuentra entre los 15 y 20 euros en la Vinoteca Tierra, de Madrid.
¡Salud! 

lunes, 12 de marzo de 2012

TRICÓ 2009. Albariño. Rías Baixas. España.

Volvemos a las Rías Baixas, al Condado de Tea, para probar este vino de color amarillo pajizo, con fondo verdoso;en las paredes de la copa se dejan ver unas burbujitas provocadas por el anhídrido carbónico, (componente natural de los vinos, no hay que asustarse).
 
Es un vino para ir descubriendo con calma. Así, en nariz comienza discreto, sin las explosiones aromáticas de otros albariños; vamos descubriendo aromas de fruta blanca (manzana), los olores de las lías (levadura, fruto seco) y hay recuerdos minerales. Pasado el rato encontramos notas cítricas, como de pomelo.


En boca, este vino muestra su calidad; resulta fresco, con una acidez destacada, de recuerdos cítricos, que se combina con un paso untuoso. Hay sensación de plenitud, de vino bueno; algo que se refuerza con un final larguísimo.
 
Un excelente albariño a un precio también excelente, unos 14 € en la Vinoteca Tierra, de Madrid.

Detrás de su elaboración está José Antonio López, de quien empezamos a tener noticias al conocer el "Lusco". Por lo visto, dejó ese proyecto para hacer uno más personal, al frente de la Compañía de Vinos Tricó. Esperamos ampliar noticias sobre él y sus vinos después de este prometedora toma de contacto.
¡Salud!
 

domingo, 11 de marzo de 2012

FINCA AIGUASALS 2008. Cariñena. España.

A la vista aparece vestido con una capa media color cereza con un bonito ribete rubí. Desde la primera copa se aprecia algo de materia en suspensión, señal de que se trata de un vino que no está filtrado ni clarificado. Para los que tengan remilgos con esto, recomendamos la decantación.
En nariz domina la mineralidad (olores terrosos, polvo). También encontramos tonos florales (violeta), frutales (frutas rojas), tostados (cacao y, más tarde, tofe-caramelo de café con leche). Hay un fondo de madera, muy presente, que está ahí durante toda la cata. Las demás notas evolucionan pero las referentes a la crianza en madera (vainilla, tostados) se muestran muy insistentes todo el tiempo.
En boca entra potente, con carácter. Hay buenos taninos maduros. La fruta se muestra ahora con más claridad que en la fase olfativa. Tiene buena acidez. En el final queda un agradable amargor tánico. Y en el retrogusto vuelve a aparecer, otra vez, la madera nueva de buena calidad con algo más de protagonismo del que desearíamos.

Este es el tercero de los vinos que presentamos en Vinoencasa de la bodega Celler Dosterras. Recordemos que los otros dos han sido el Vespres y el Dosterras. Con el Finca Aiguasals esta bodega perteneciente a la D.O. Montsant - aunque en la etiqueta no hay indicación geográfica alguna -  nos ofrece un vino muy exclusivo del que elabora poco más de 900 botellas, a partir de viñas de cariñena con una edad superior a los 80 años de una sola finca de pequeña extensión. ¡Qué buena idea! Uno tiene unas viñas veteranísimas que concentran en su escasa producción - ¿cuánto pueden ofrecer, medio kilo, seiscientos gramos por cepa? - toda la esencia que extraen del suelo de pizarra en el que crecen y hace un vino que trate de expresar todo eso con claridad. Vale, pero entonces, ¿por qué ese protagonismo tan marcado de la madera? Es como cubrir al David, de Miguel Ángel, con una fina gasa de seda. Se adivinarán bajo ella las bellísimas formas de la obra maestra del escultor florentino, pero no con claridad. Pues esto es lo que ocurre con este Finca Aiguasals: la larga crianza de 24 meses en barrica aún no se ha integrado lo suficientemente en este vino para que no distraiga y dificulte apreciar la magnífica cariñena y la mineralidad de las viñas viejas que se intuyen en el fondo. Seguramente deberíamos haber abierto esta botella un par de años más tarde o, mejor aún, la bodega la podía haber sacado al mercado en 2014.
Nos costó más de 20€ en la vinoteca Tierra, de Madrid.
¡Salud!

jueves, 8 de marzo de 2012

CLOS MOGADOR: CATA VERTICAL.

René Barbier
A finales de los años 70 René Barbier, Álvaro Palacios, Carles Pastrana, José Luis Pérez y Dafne Glorian, convencidos de que la austera comarca del Priorato, de antiquísimas raíces vinícolas, podía convertirse en la región de donde podían obtenerse vinos reconocidos en todo el mundo, deciden comprar tierras, instalarse allí y empezar a plantar viñas...
¿Cuántas veces habrá oído René Barbier hijo esta historia? ¿Cuántas veces la habrá relatado él? Hoy la cuenta, una vez más, en la sede de la UEC en Madrid ante un nutrido grupo de catadores que venimos a escucharle y a catar siete añadas distintas de Clos Mogador: la historia de la DOQ Priorat simbolizada por esta bodega y este vino.
Suelo de licorella
Hace 40 años, antes de la llegada de este grupo de amigos, el Priorato era una región de vinos a granel que se utilizaban para mezclar con el de otras zonas y así darle más cuerpo y grado alcohólico. Sólo dos bodegas - una de ellas sigue existiendo, Scala Dei - y algunas pocas cooperativas embotellaban. Se trataba de una comarca muy empobrecida donde casi la única salida era la emigración. El trabajo agrícola era muy complicado por culpa de su suelo - la licorella -, y de un clima extremo y seco. Las producciones eran muy bajas y las rentabilidades, por tanto, ruinosas. De las 6000 has de viña que se contabilizaban a principios del siglo XX, en los primeros 80 apenas quedaban 800. Y de ellas, la mayoría de viñas viejas o abandonadas.
En los primeros años, para ahorrar costes, todos los socios vinifican juntos en la misma bodega. El vino es el mismo, pero luego cada uno le coloca su etiqueta. Estas primeras botellas se ponen en el mercado al entonces astronómico precio de 1.500 pts, en España solo superado por Vega Sicilia y pocos más. Con estos precios era imposible vender en el mercado nacional ni una sola botella que procediera de un lugar tan desprestigiado como el Priorato. Así que la solución fue la exportación. Cada socio se encargó de colocar sus vinos en un país extranjero. Y así comenzó la aventura.
Ahora en Priorat no se puede vender vino a granel pues no recibe la calificación. En la actualidad se cuentan 2800 has de viñedo y casi 200 bodegas que producen alrededor de los 4 millones de litros con un precio medio por botella bastante elevado.
René Barbier, padre
Lo que atrajo a mi padre - cuenta René - y a sus socios fue el suelo de pizarra - la licorella - y la tradición vinícola casi milenaria desde que en 1194 se funda el monasterio cartujo de Scala Dei. Las pocas viñas que se encontraron eran de garnacha y cariñena. Técnicamente este terreno, por su naturaleza y por su clima, no es el idóneo para esta variedad, puesto que en un territorio tan caliente la garnacha tiende a alcanzar fácilmente los 16º de alcohol. Además, es muy oxidativa y da poca acidez, lo que dificulta la elaboración de vinos de guarda. Por estas razones, se pensó en ayudarla con otras variedades. Era, también, lo que estaba de moda en los años 80 y lo que había sido siempre usual en el Mediterraneo, donde era una rareza elaborar vinos monovarietales. Así, se eligió la syrah por sus cualidades opuestas a la garnacha, y la cabernet sauvignon, que se consideraba una variedad mejorante. Incluso se llegó a plantar algo de merlot, que hoy ya prácticamente ha desaparecido.

CLOS MOGADOR 1989.
Es el año de la primera cosecha de unas viñas que se empezaron a plantar en 1982. Este vino no fue calificado como Priorat porque su bajo grado alcohólico (12%) no alcanzaba el mínimo exigido por la Denominación. Es el vino de unos bodegueros con sólidos pero rígidos conocimientos de la escuela de Burdeos, que, temerosos de que a estas primeras uvas, ante un septiembre muy caluroso, se les disparase el alcohol, vendimiaron demasiado pronto. El vino está verde. Más de 30 años después, aún tiene una acidez muy elevada. La madera está también muy marcada pues, al ser el primer año, todas las barricas eran nuevas.
Pese a todo esto, el éxito de ventas de este primer vino fue inmediato. En España el reconocimiento había de esperar hasta el 93 ó 94. Hasta entonces el 100% de las ventas se realizaban en el exterior. En 1992 los socios se separan y comienzan a elaborar sus vinos por separado.

CLOS MOGADOR 1992.
René Barbier hijo se encarga a partir de ahora de hacer el Clos Mogador.
Fue un año de lluvias muy tardías, lo que se entiende como un factor que resta calidad a las uvas. Sin embargo René prefiere que se dé este fenómeno porque hace que la fruta madure más lentamente y proporciona más equilibrio. El resultado fue un vino no muy potente, pero con una buena acidez y unos taninos muy maduros.
Cuando René se hace cargo de la bodega familiar toma cuatro decisiones que van a marcar su camino hasta hoy. La primera, acabar con el monocultivo y tomar la senda de la biodiversidad en sus viñas. La segunda, no fiar la determinación del momento de inicio de la vendimia a lo que digan los análisis. Todas las bodegas que siguen estos datos "científicos" realizan vinos homogéneos, difíciles de diferenciar. A partir de entonces es su padre el que, a pie de viña, probando uva a uva durante semanas, dice cuándo es el momento exacto en que se vendimia cada parcela. La tercera, intensificar la extracción. En Clos Mogador se llega hasta los 45 días de contacto del mosto con las pieles.Y la cuarta, eliminar del parque de barricas las de roble americano. Los vinos del Priorat necesitan de una madera que les aporte elegancia y les reste bastante de su rusticidad natural. Esto solo se consigue con roble francés.

CLOS MOGADOR 1995.
El vino está muy reducido. Huele a queso curado en cueva, a hongos, a humedad, a agua estancada. Y no es corcho. Según René es necesario decantarlo con un día de antelación para que se abra y desaparezcan estos aromas. Es esta persistente reducción la que le anima a prolongar la crianza de Clos Mogador de los 12 a los 18 meses a partir de esta añada y a hacer un estrujado más suave o, simplemente, a no estrujar para conseguir menos extracción.

CLOS MOGADOR 1998.
Es el primer año en que existe un consenso de que se trata de una añada excepcional para este vino. René sitúa en la franja 98/02 sus añadas favoritas de Clos Mogador. Son los más equilibrados, los más fáciles de beber, los más placenteros. Se podría considerar este vino como el canon de lo que debe ser un Priorat. Entre los catadores que estamos en la sala también hay consenso: está muy bueno. Un vino elegante y equilibrado con buena fruta, mineralidad y calidez.

CLOS MOGADOR 2001.
Es un año muy importante para la bodega. A partir de esta vendimia se instala una doble mesa de selección de la uva en vendimia para eliminar metódica y sistemáticamente todas las pasas. Con ello se consigue reducir entre 1º y 1,2º de alcohol y evitar todas las características de sobremaduración. Además, sin pasas se mejora la fermentación y se evita la adición de levaduras. Estamos hablando de un volumen importante pues las uvas secas pueden suponer hasta un 10% del volumen total de fruta.
Otro dato importante de 2001 es el salto de prestigio internacional que supuso para la bodega el que Robert Parker, que había concedido 92 puntos al Clos Mogador 1990, en este año lo puntuase con un 98.

El porcentaje de garnacha ha comenzado a hacerse cada vez mayor desde el 2000. Desde entonces se intenta que las variedades principales sean la garnacha y la carineña, las dos autóctonas, y que la cabernet se vaya reduciendo paulatinamente, mientras que siempre se mantendrá un poco de syrah. Lo principal de este 2001 es que en él hay un 20 % de cariñena, que vino a sustituir a gran parte de la cabernet que había estado presente en añadas anteriores. El resultado es excepcional. Es el mejor de toda la cata.

CLOS MOGADOR 2005. 
Muy similar en cuanto a excelencia con el anterior, pero bastante diferente por menos frutal, más mineral y más potente. Hay aromas terrosos y animales. En boca es sabrosísimo, ampuloso, con taninos más marcados, denso, carnoso. El más complejo. 
René Barbier inicia ahora el proyecto de ir eliminando poco a poco todos los aditivos. A día de hoy han conseguido desterrarlos todos... menos el sulfuroso. No deja de hacer ensayos con vinos con cero sulfitos añadidos, pero aún no ha conseguido el resultado que espera. Aún así, Clos Mogador sale al mercado con menos de una tercera parte del sulfito normal para otros vinos tintos. 

CLOS MOGADOR 2008.
Llegamos al último vino de la cata, el único que está actualmente en el mercado. Se trata de un año de climatología fría, lo que hace que ya se pueda catar tan joven pues salió con menos potencia. Es el Clos Mogador más frutal y con tonos más primarios. Todo en él es más sencillo que en sus anteriores hermanos, sobre todo los 2005, 2001 y 1998. 
¡Salud!