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domingo, 31 de marzo de 2013

ARCANE 2010. Chenin blanc. Saumur. Francia.

Volvemos a Francia y a su microcosmos vinícola. Hoy toca el Valle del Loira, concretamente la zona de Saumur. Allí, la bodega Chateau de Fosse-Sèche, elabora, a partir de prácticas ecológicas, vinos como este Arcane.

De bonito color dorado, en nariz huele muy bien desde el descorche. Delicados aromas florales, amielados, y de fruta blanca, nos reciben.

Esta agradable nariz nos invita a probarlo, y no defrauda. Partimos de una acidez vibrante, poderosa, que es el eje del vino; pero encontramos también una untuosidad, procedente de las lías, que aporta volumen, consistencia. Tiene un punto de sequedad y notas salinas.
Se trata de un vino que deja un recuerdo largo y muy agradable, fresco; de esos vinos que llegan hasta el final de la lengua y permanecen.
Vale tanto para disfrutar solo como acompañado con, por ejemplo, una tabla de quesos. Muy placentero.

Gracias, Nacho, por la recomendación, la última copa va por tí.
Nos costó poco más de 15 € en Vila Viniteca, la gran vinoteca barcelonesa.
¡Salud!  
   

sábado, 30 de marzo de 2013

BARRANCO OSCURO


Barranco Oscuro es una bodega cuyos vinos empezamos a conocer hace algunos años, cuando descubrimos los vinos naturales y biodinámicos. Desde entonces queríamos visitarla, así que nos fuimos hasta Granada, a la Sierra de la Contraviesa, entre Sierra Nevada y las Alpujarras, por un lado, y el Mediterráneo y África, por otro.
Manuel Valenzuela
Hablar de Barranco Oscuro es hacerlo de Manuel Valenzuela, quien a sus 70 años sigue al pie del cañón con un proyecto que es algo más que hacer vinos. Como ya hemos comprobado en otras ocasiones, detrás de un vino interesante hay una persona que también lo es. Aunque no pudimos estar mucho tiempo gozando de su compañía, intuimos que es apasionado del vino, amante de la tierra en la que se ha enraizado, crítico, tal vez anarquista en cuanto persona libre y respetuosa con los demás, socarrón, y generoso.
Barranco Oscuro toma el nombre de un barranco situado a los pies de su casa-bodega, que se enclava en un escenario natural maravilloso. Manuel llegó aquí en los 80; por lo que nos contó, entendemos que hubo una mezcla de rechazo a un mundo urbano poco gratificante, por un lado, y de amor por la tierra y por su tierra, por otro.

Nos dijo que, cuando estaba buscando lugares para instalarse, se encontró con la llamada de este enclave singular (y fue llamada, porque lo descubrió en un día de niebla). Buscaba pureza, y la encontró en esta tierra amenazada por la deforestación (hace siglos estuvo ocupada por encinares,  las necesidades de las explotaciones mineras, entre otros factores, acabó con buena parte de la cubierta arbórea). Así que llegó aquí,  plantó su huerta, sus almendros, y sus cepas.
El caso es que, cuando en España no se hablaba de vinos naturales-biodinámicos o como quiera llamarse a este tipo de vinos, este señor se puso a elaborarlos a partir de sus conocimientos, de su ilusión y de su empeño. Le gustaba el vino y quiso hacerlo, pero no eligió el camino habitual.
Ha sido autodidacta; nos relató algunas de sus  experiencias importantes, como un viaje por el Mediterráneo, hasta Francia, donde el tipo de vinos que él hace tienen mucha tradición. Y es que muchos de los grandes biodinámicos franceses son de la generación de Manuel. Ellos contaban a su favor con que tenían viñedos de sus familias; Manuel no. Se lanzaron a estos proyectos a partir del rechazo a una sociedad, a un modelo productivista que no les satisfacía. Queremos pensar que en el caso de Manuel hay algo parecido; se mezcla una decisión intelectual, y el sentimiento. Otras experiencias, como su trabajo para la multinacional que elabora el Martini, durante dos años, le ayudaron a aprender lo que no hay que hacer.
  
Así las cosas, Manuel Valenzuela se lanzó a hacer vinos naturales, para lo cual hay que respetar la tierra, y trabajarla prescindiendo de la química. Lo único que hace, nos comentó en el cerro que da nombre a su vino "1368", es echar un poco de azufre en los primeros momentos de la brotación de la vid. El cuidado a la tierra pasa por evitar su desecación, simplemente labrándola un poquito, escarbando para que la parte superficial se airee y actúe de cámara de aire aislante que impide la pérdida de humedad. Cuenta con unas 12 hectáreas de variedades como la vijiriega, chardonnay o viognier,  y tintas como la garnacha, cabernet sauvignon y franc, pinot noir, tempranillo, merlot, y syrah. 
En la elaboración ha ido depurando sus prácticas. Hay que tener en cuenta que sus vinos no llevan sulfitos añadidos ni otros tratamientos. Por ello hay que ser limpios y rápidos, atendiendo a detalles como la temperatura de la uva cuando se recoge en la vendimia.

Está haciendo un espumoso al método ancestral, como el blanquette; y, para su estupendo brut nature, nos explicó que su truco consiste en dejar unas uvas en la cepa para hacer una vendimia tardía y añadir este mosto al vino base para que dé lugar a la segunda fermentación. Así consigue un brut nature muy distinto, lleno de matices (lo habíamos probado hace años y nos encantó  confirmar, en esta visita, que es un gran espumoso).
Tras un paseo por algunas de sus viñas, nuestro anfitrión nos ofreció probar algunos de sus vinos, de la que pudimos extraer algunas notas.
Comenzamos por La ví y soñe 2012, un blanco viogner (bonito juego fonético entre el nombre del vino y la uva, algo que se repite en otros) que llevaba ¡una semana abierto -sin vacío ni refrigeración-! Pues bien, con este vino entramos en el jardín, nos llenamos de aroma a naranja, a canela; y en boca disfrutamos un montón, con el equilibrio entre una estupenda acidez, que puede con una carga alcohólica generosa, de 14% (los vinos de Barranco Oscuro son así, tienen esa calidez, y  Manuel no hace maquillajes en bodega). Un vino maravilloso.
Seguimos con  el Cardonohay, un chardonnay del 2011, con algo de barrica, que nos regaló frutos secos (pistacho, almendra tostada) junto con notas de bollería. Y en boca, lo mismo; gran equilibrio ente acidez y untuosidad alcohólica, y unas notas salinas -como en el vino anterior- muy evidentes (ahí está la influencia de la brisa marina que acude a los viñedos por las mañanas de los meses cálidos). Nos gusta volver a encontrarnos con esas características de los vinos biodinámicos, tanto en nariz como en boca. Por ejemplo, esa sensación en la lengua de que la materia que contiene el líquido, el agua del suelo que recogen las raíces, se deposita en la lengua, estimulando las sensaciones en el paladar.
Pasamos a tintos. El primero, un pinot noir, El pino rojo 2006, un vino con uvas sin despalillar y con dos años en barrica. Con respecto a las barricas nos comentó otra buena historia; tienen algunas muy especiales, muy buenas,  porque las elaboró otro de esos locos, francés en este caso -cuyo nombre no recordamos-, que va a la contra;  sus barricas se elaboran con madera que deja secar 6 o 7 años (el doble de lo habitual).
De esta forma se limita la adición de aromas al mosto. 
Volviendo al pinot, nos gustó su nariz de fruta, madura y especias; y la boca con un paso ligero,  dentro de la corpulencia de estos vinos, y otra vez esa salinidad en el centro de la lengua. Los taninos, pulidos. Este estilo de vino más fluido nos gusta mucho, se bebe con mucha facilidad, invitando a seguir. 
El siguiente fue otro pinot, Borgoñón Granate 2006, en este caso a partir de uvas despalilladas. El trabajo con los taninos está bien conseguido, ya que son firmes, se notan, pero tienen esa nota amarga buena característica de los buenos vinos. La carga alcohólica (15,5%), de nuevo, está muy bien compensada.
Seguimos con el merlot, El canto del mirlo 2010, también abierto hacía más de una semana. En nariz nos abrimos un tarrito de confitura de fresa deliciosa. Al probarlo encontramos las notas de calidad de los anteriores. 



Los dos últimos varietales de la cata fueron el syrah, Rubaiyat 2004, del que destacamos su mineralidad; y el garnacha,  Garnata 2009, el que nos pareció más cálido de todos.

Para concluir la mañana, probamos el coupage, el 1368 de la añada 2004; y también, fin de fiesta, un 1368 muy especial, el cosecha 1998, uno de esos ejemplares que solo tiene Manuel en su “archivo” particular. Como intuíamos, y así se lo dijimos, sus vinos tienen gran potencial de guarda, y éste lo demostró.
El "archivo"
En nariz había fruta, pero sobre todo notas terrestres, tierra húmeda, trufa, algo de hidrocarburo. En boca mostraba las características de un vino que, probablemente no será el mejor del mundo, pero muestra delicadeza, elegancia y finura.
Gracias Manuel, por tu pequeña contribución a la felicidad del género humano. 
¡Salud!

viernes, 29 de marzo de 2013

FORANELL 20008. Pansa blanca. Alella. España.

Alella es una pequeña denominación, ubicada cerca de Barcelona (entre Mataró y Granollers, por dar alguna referencia más concreta). Aquí,   la bodega Joaquim Batlle elabora pequeñas producciones de vinos a partir de uvas como la picapoll, la garnacha, o la pansa blanca, con tratamiento ecológico. Hoy probamos el Foranell (que el el nombre que recibe la brisa marina en la comarca), monovarietal de pansa blanca.

De color dorado con matices verdosos,  en nariz presenta aromas a caucho (recuerdos de riesling), notas florales, amieladas, y frutales (con matices variados: pera, cítricos, plátano). Su ligero paso por barrica le da toques avainillados, aunque discretos, sin enmascarar los aromas anteriores.
En boca muestra una untuosidad acariciadora (buen trabajo con las lías), y una acidez que combina muy bien. Encontramos también notas salinas.
Se trata de un vino muy fácil de beber, ligero, y muy grato a la nariz y al paladar. 
Otro buen blanco,   con el que nos permitimos reivindicar la defensa de la maravillosa diversidad de vinos que hay en España. 
Su precio se encuentra alrededor de los 15 €.
¡Salud! 

miércoles, 27 de marzo de 2013

TERROJA 2011. Xarel.lo. Penedés. España.

Seguimos descubriendo los vinos de Marcel Sabaté. Hoy toca uno de sus productos más exclusivos, el Terroja, en el que la xarel.lo tiene que mostrar sus encantos.
De color pajizo, en nariz se muestra elegante, fino, discreto.
Encontramos notas variadas;
hay mucho campo en este vino, de modo que encontramos matices herbáceos (con recuerdos a hinojo, y también a hierbabuena), florales, y cítricos (naranja, mandarina). Dominan los aromas refrescantes.
En boca también, ya que, nada más probarlo, encontramos una acidez poderosa, pero enseguida aparece una untuosidad que nos anuncia un vino amplio, envolvente. También detectamos notas salinas y ligeramente amargas. 
Es un vino largo, que deja una sensación fresca, cítrica. Uno de esos vinos para disfrutar sin, o con una buena comida. 
No cabe duda de que Marcel sabe muy bien lo que hace.
El precio de este Terroja se acerca a los 30 €.
¡Salud!   

martes, 19 de marzo de 2013

LABROS 2010. Garnacha. Madrid. España.

Presentamos hoy un vino bastante exclusivo, por la cantidad -menos de 2.000 botellas-, de una casa ya conocida por nosotros,  Bodega Marañones.Se trata de Labros, un vino de finca, que nace a partir de viñas viejas asentadas en suelo granítico, tratadas en ecológico. 
En la bodega, la elaboración ha sido poco intervencionista: levaduras autóctonas, fermentación en barricas de 500 litros sin tapa, haciendo pigeage (que es el bazuqueo, el removido del sombrero durante la fermentación -para extraer compuestos como los antocianos o los taninos-), y crianza de 12 meses en barricas de 500 litros de roble francés, ya usadas.  
Es de capa baja y de color rubí, con un ribete, entre fresa y teja. En nariz resulta discreto, tarda en abrirse, y encontramos notas de matorral mediterráneo (jara, romero), fruta roja,  y notas minerales, como de polvo o tierra. En segundo plano aparecen notas avainilladas.
En boca, aunque el alcohol (14,5%) se nota un poquito (también en nariz), muestra buena acidez y  unos taninos nada molestos. Su carácter mediterráneo se compensa con un cuerpo ligero. Hay una salinidad (ahí están las  cepas viejas) que permanece en el tiempo, y que ayudan a que el recuerdo que deja este vino sea grato.
Nos costó 18 € en Lavinia.
¡Salud!

lunes, 18 de marzo de 2013

TERRIBLE 2012. Verdejo. Rueda. España.

Hace algún tiempo probamos el Terrible tinto, fruto de un proyecto en el que se embarcaron los chicos de la vinoteca madrileña La Tintorería, y nos gustó. Hoy traemos a este espacio su hermano blanco.
De color amarillo-limón con matices verdosos, en nariz nos ha dado buenas notas frutales: cítricas (pomelo, lima), y recuerdos a melocotón y lichis.

En boca hace gala de una estupenda acidez, cierta untuosidad que le da empaque, y un ligero amargor que se percibe al final de la lengua y que se funde con la acidez, para dejar un buen recuerdo.

Es un vino sencillo en su concepción, para chatear entre amigos; lo importante es que está bien hecho, y, además, cuenta con un precio estupendo: 6,90 € en la propia tienda.
¡Salud!

sábado, 16 de marzo de 2013

CASTELLROIG GRAN RESERVA 2008. Xarel.lo y macabeo. Cava.España.

Repetimos con un cava de la bodega Sabaté i Coca, situada en el Penedés, que ha sido, para nosotros, un grato descubrimiento. Ya hemos probado sus cavas: brut, brut nature, y reserva 2010, y nos han gustado. Hoy toca el gran reserva, otro brut nature, que se presenta con un color dorado con matices verdosos.
En nariz hay aromas de fruta blanca (pera, manzana), combinados con notas de bollería. Muestra discreción y elegancia. 


No obstante, donde este cava muestra toda su calidad es en boca. 
Excelente acidez, y una burbuja finísima y cremosa. Un cava envolvente, con su punto seco, ligera untuosidad, y una sensación de frescor que se prolonga mucho tiempo gracias a la acidez.
Otra muestra más del buen hacer de esta bodega, que cuenta, además, con una estupenda relación calidad-precio; éste nos costó unos 16 € en la propia bodega.
¡Salud!

jueves, 14 de marzo de 2013

VIÑA TONDONIA 1993. Viura (90%) y malvasía. Rioja. España.

Viña Tondonia es un clásico, y también es un clásico en nuestro blog. Hemos probado sus tintos, su rosado, y sus blancos, concretamente las añadas 1981 y 1987. Hoy nos remontamos dos décadas para probar la añada 1993. Como ya sabemos, la bodega López de Heredia tiene una alianza natural con el tiempo, por lo que veinte añitos "no son nada".

De color oro viejo, tirando a cobrizo, en nariz muestra la complejidad de su larga crianza, primero en roble (6 años), y después en la botella: notas de azúcar y/o yema tostada, especias, coco, plátano, toques cítricos (piel de naranja confitada), y recuerdos a madera vieja. 
En boca, acidez; de principio a fin. Acidez de juventud, pero también untuosidad, un punto de sequedad y un postgusto muy largo, de nuevo, gracias a la acidez. Por vía retronasal vuelven recuerdos frutales.

Así son los vinos de esta casa, diferentes, clásicos, viejos, eternos, difíciles, placenteros...
Un vino para tomarlo con mucha calma, apreciando sus matices, sus contrastes (en nariz, por momentos, es casi voluptuoso, mientras que en boca es afilado).  
Nos costó, entre 20 y 30 € en la propia bodega.
¡Salud!  

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martes, 12 de marzo de 2013

CAN CREDO 2009. Xarel.lo. Penedés. España.

En nuestra reciente visita a la casa Recaredo, nos habló Ton Mata de su deseo de incorporar una linea independiente de vinos tranquilos,en la que poder desarrollar la creatividad con mayor libertad, ya que la filosofía de sus cavas se debe mantener. 
Mientras ese proyecto toma cuerpo, aquí está este blanco de xarel.lo, que se ha elaborado a partir de la fermentación del mosto en barrica de roble; después, permaneció en barrica durante 33 días. El rigor en su elaboración se mantiene, empezando por un cultivo biodinámico del viñedo del que nace este Can Credo. 
De brillante color dorado, en nariz nos deja  diversidad de matices: aromas frutales (cítricos, melocotón, manzana) y florales, con toques amielados y anisados, y un ligerísimo tostado muy bien integrado. También se detectan notas minerales (como de polvo o tierra). Todo ello envuelto en la elegancia y la discreción. No podemos dejar de recordar a algunos maravillosos vinos biodinámicos, con su exquisita complejidad.
En boca muestra mucha calidad. Sorprende su acidez, vibrante, que deja paso a todo un festival de sensaciones sápidas. Hay untuosidad, resulta un vino envolvente, expansivo, ya que el final de la lengua se complace al advertir notas salinas y, sobre todo, un ligerísimo amargor que, combinado con la acidez, deja un recuerdo muy prolongado y agradable.
Un vino excelente, apenas 6.000 botellas, que mantiene la línea de calidad de esta casa.
Nos costó 20,70 € en la propia bodega.  Recomendamos disfrutarlo no muy frío, para  poder apreciar todos sus matices.     
¡Salud!

sábado, 9 de marzo de 2013

CATA VERTICAL DE MASSURIA

El restaurante
Estuvimos en el restaurante Taberneros (calle Santiago, en el centro histórico de Madrid) para asistir a una cata un tanto especial para nosotros. Conocemos a Josep Mas desde hace varios años, le hemos visitado, hemos catado con él, y hemos aprendido mucho de su sabiduría. En esta ocasión, le tocaba examinarse al maestro, mostrándonos el fruto de su trabajo en la última década.
El protagonista: Josep Mas
Tras formarse en Francia (Montpellier, Burdeos) recorrió durante un año el norte de España (Cataluña, Somontano, Cigales, Rioja, Navarra...) buscando las mejores tierras para cuplir su sueño, algo tan sencillo como hacer un buen vino. Eso implica una serie de parámetros: pocas hectáreas (6,5; las que  puede controlar personalmente), poca producción (20.000 botellas actualmente, la mitad de las cuales se van al extranjero), y el deseo de hacer un vino de guarda (Burdeos siempre en la mente). La búsqueda de tierras septentrionales se relaciona con lo anterior, son las que ofrecen el clima atemperado que necesitan sus vinos, que deben tener la acidez suficiente para que duren muchos años.
Nos recordó Josep Mas su filosofía de trabajo, que es la del vigneron: si quieres vino de calidad debes tener y trabajar tu propio viñedo. Hoy, tras años de búsqueda y compraventa, cuenta con 13 parcelas, de las que se siente orgulloso, porque sabe que son "las buenas".
El Bierzo
¿Por qué en el Bierzo?  Porque el clima tiene esa influencia atlántica moderadora de las temperaturas (con una pluviometría adecuada), tan necesaria en su idea de vino de calidad, porque cuenta con suelos muy variados (los de Josep presentan arcillas y gravas), una tradición milenaria, y una variedad, la mencía, bien adaptada, bien enraizada en esa comarca. A este respecto hizo una referencia a un estudio de la Universidad de Orense sobre su genética; resulta que la mencía desciende de la merenzao gallega, y ésta, a su vez, de la Trousseau del Jura.
 
La mencía
Josep cuenta con viñas viejas, a las que aplica un tratamiento muy delicado; él habló de jardinería. Un ejemplo: poda 150 cepas al día, cuando lo normal en la zona es que se trabajen 800. Realiza actuaciones preventivas, no sistémicas, sin rastro de herbicidas; sólo utiliza tratamientos de cobre y azufre. 
La cata comenzó con un vino al que todavía le resta un añito largo de guarda en botella, tras su paso de 14 meses por barrica, la añada 2010. 
Un año cálido, como varios de los de la  última década, y es que el cambio climático está ahí. ¿Y cómo se combate, le preguntamos a Josep? Siendo muy precisos a la hora de la vendimia; ésto ya nos lo había contado; unas horas de más (o de menos) implican defectos: verdores, sobremaduración. El caso es que el 2010 mostró un bonito color rubí, con capa media (el tema de la capa, nos comentó Josep, no sólo tiene que ver con el mayor o menor tiempo que el mosto está en contacto con las pieles, sino también con el tamaño de la uva, y la relación entre pulpa y piel).
En nariz encontramos una intensidad media, limpieza (aromas nítidos y agradables), la dulzura de la fruta roja en sazón. Las notas de crianza estaban en segundo plano y eran muy sutiles. Creemos que responde a lo que Josep tiene en mente, un vino elegante, más discreto que exhuberante, de matices.
En boca, contando con que todavía no está hecho, encontramos muchas virtudes: equilibrio, porque pese a la calidez de la añada, y del vino, con cuerpo y untuosidad notables, la acidez está ahí, poniendo orden. Dejó muy buen recuerdo, especialmente nos fijamos en la estimulación del centro de la lengua, con notas salinas evidentes; la mineralidad de Massuria.
El 2009,  nacido en otroo seco y caluroso, mostró fruta aún más madura (tirando ya hacia la mora). Su contenido alcohólico, algo mayor se percibe, pero está de nuevo bien integrado y compensado por la acidez, nervio del vino. Otra vez nos quedamos encantados con las sensaciones minerales y el recuerdo largo y agradable que nos dejó.
Massuria 2008 es especial, quizá "el ojillo derecho" de Josep. Y es que la añada fue fresca. Nos pareció un vino esencialmente mineral, austero, directo, quizá de esos que no ganarían concursos, pero muy verdadero. 
En boca se mostró excelente, muy redondo, nos permitió disfrutar de nuevas sensaciones, como el sutil amargor que se nota al final de la lengua (el amargor bueno, que también lo hay malo), y la presencia de la tierra, del terroir, con esa salinidad característica.
El 2007 mostró, lo probamos hace ya bastante tiempo, por dónde pueden ir los vinos de Josep con el paso de tiempo. Se reveló complejo, con notas de arándano, florales, y minerales. En boca aportó un atractivo dulzor inicial a los rasgos ya comentados en los anteriores. Al final de la lengua los taninos se percibían algo más; en un signo de honestidad, Josep nos comentó que "era el inicio del proyecto". Y es que hacer un buen vino no es fácil.
Josep y Xavi, el organizador de la cata
Finalizamos con el 2006, añada muy cálida, con un agosto feroz. El resultado fueron 6.000 botellas y la mayor parte de la cosecha perdida. Fue un vino básicamente criado en depósitos de hormigón (cultura bordelesa), con poca crianza en barrica.
Nos pareció un vino que ya está, que ofrece todo lo que tiene, que quizá no evolucione tan bien (las añadas cálidas no ofrecen muchas garantías de evolución). Notas en nariz de arándano, grafito, regaliz, y una boca amable, con su dulzor inicial (quizá algo falto de un poquito más de acidez, de nervio para completar el conjunto).      
Nos quedamos con una muy buena impresión general. Massuria refleja bien la idea de su creador, un vino de calidad, de terroir, que cambia cada añada porque es el reflejo de las condiciones particulares de cada momento. Y detrás, las manos de Josep y su espíritu perfeccionista. 
¡Salud!