EN INSTAGRAM

Sígueme también en Instagram

domingo, 29 de septiembre de 2013

G.D.VAJRA LANGHE NEBBIOLO 2011. Nebbiolo. Langhe. Italia.

Finalizamos el mes como lo empezamos, en Italia. En estas fechas en las que los paisajes del vino están preciosos, tornando a naranjas y rojos, nos acordamos de Barolo, Italia. Eso nos lleva a pensar en el gran Aldo Vajra (y familia, que también conocemos a su hijo Giuseppe). Así que nos abrimos uno de sus vinos, el Langhe, elaborado con una uva maravillosa, la nebbiolo. Ya conocíamos la añada 2008, y la 2009, por lo que jugamos en un terreno seguro.
De capa ligera y color cereza, en nariz encontramos un buen ensamblaje de aromas delicados: fruta roja, flores, hinojo, y recuerdos minerales, terrosos. La crianza apenas se intuye, con alguna nota tostada.
En boca, estamos ante un vino fino, elegante, de los que se beben atendiendo a las sensaciones placenteras, donde todo es fácil. La entrada es dulcecita, pero enseguida nos encontramos con notas tánicas, de ligero amargor. El equilibrio entre acidez y alcohol es fantástico, porque los 14,5 grados quedan en el olvido. La crianza en madera (grandes toneles de roble esloveno) no interfiere, sino que ayuda a recrear sensaciones.
Un vino nada pretencioso, pero que pide ser degustado con tranquilidad, para ir descubriendo sus matices, que reflejan su buena elaboración.
Y todo esto por un precio más que razonable: 15,40 € en Lavinia.
¡Salud!   

viernes, 27 de septiembre de 2013

VIÑA ALMATE 2012. Tempranillo. Vino de la Tierra de Castilla y León.España.

Cerramos, por el momento, el capítulo dedicado a Alfredo Maestro Tejero probando su vino básico. Tras "El marciano 2012", y la cata de hace una semana, hoy toca su vino joven de tempranillo, que nace de parcelas en torno a Peñafiel. Fue este vino el que nos puso en la pista de Alfredo, cuando Dani Ochoa nos lo presentó hace un par de meses en su restaurante "Montia". Nos gustó mucho, como pudimos corroborar en la cata de "La Tintorería". Hoy pasa el examen definitivo.
Se presenta con su bonito color picota y su ribete amoratado. En nariz muestra intensidad; el recuerdo a fruta roja llega pronto, acompañado de notas florales (lilas), lácteas, de regaliz, y todo ello sobre un fondo terroso, entre lo mineral y la hojarasca.
También se asoma la fruta negra, como de ciruela pasa, indicándonos que la añada registró un verano de esos calentitos que se vienen registrando en este siglo.
En boca, el dulzor inicial, da paso a sensaciones interesantes. Destacamos su acidez, que eclipsa la carga alcohólica (que no es pequeña -14,5%-) y hace que la sensación sea más ligera que corpulenta. El uso del raspón ayuda en esa labor, y no molesta en boca, más bien le aporta un punto de originalidad. Aunque nazca en
Peñafiel, no es como un Ribera del Duero al uso. Alfredo nos comentó que le gustan mucho los vinos frutales, sencillos y directos, francos; éste lo es, y resulta sabroso y agradable, dejando un recuerdo bastante largo.
Y todo ello por algo menos de 6 € (5,90 en "La Tintorería"). 
¡Salud!     

martes, 24 de septiembre de 2013

XUNTANZA 2010. Albariño. España.

Xuntanza viene de xuntar, de juntar, unir, agrupar. Es un concepto muy positivo que, aplicado al vino, viene de la mano de Rodrigo Méndez, otra vez en nuestro blog.
Se trata de un vino que se elaboró una sola vez, para la vinoteca La Tintorería, sin DO, simplemente un vino de Meaño (Pontevedra). Son poco más de 1000 botellas que nacen a partir de uvas albariño de cepas viejas.
Tiene un precioso color oro, que se debe a la fermentación del mosto con los hollejos durante un tiempo prolongado.
En nariz nos resulta fragante y complejo, así, por este orden. Fragante por intenso, y complejo porque se trata de un vino para ir descubriendo con lentitud. Hay flores, miel, fruta dulce (tirando a melocotón), notas especiadas (avainilladas) y tostadas de la madera ( de la crianza en fudre); y hay poderío mineral, mucho ( recuerdos terrosos, a hidrocarburos...).
¿Y en boca ? pues más de lo mismo, complejidad. La acidez es maravillosa; está desde el principio hasta mucho rato después de haberlo tomado. Además se combina a la perfección con la grasa, con el punto glicérico del vino, con notas salinas en el centro de la lengua, y de finísimo amargor, al final. Por eso lo de complejo. No obstante, si dejamos a un lado lo descriptivo, estamos ante un vino estupendo, muy placentero. 

Y muy francés. Nos hemos ido inconscientemente al Loira. Y es que le ha salido a Rodri un vino muy fino, mucho más que un albariño al uso. Un vino, por ejemplo, para homenajear a un buen amigo.
Nos costó 16,50 € en La Tintorería.
¡Salud!  

sábado, 21 de septiembre de 2013

CONOCIENDO A ALFREDO MAESTRO TEJERO

Como nos gustó su vino, y lo que leímos de él, y como se puso a tiro, nos pasamos por la vinoteca La Tintorería para conocer a Alfredo Maestro Tejero. Alfredo muestra pasión por lo que hace, sabe transmitirla, y nos parece un tipo muy honesto y que ha sabido "encontrar" su suerte. Se trajo todo su arsenal para que los vinos hablaran por él. 
Es de Peñafiel, y autodidacta. Empezó estudiando los libros de enología de su primo. Hace unos 15 años plantó sus primeras cepas, y lo hizo siguiendo el manual y las tendencias del momento: plantación de variedades foráneas de prestigio, dependencia de la química para que las plantas "estuvieran sanas", y rectificación en bodega si las cosas se torcían. Sin embargo fue un periodo pasajero; esa vía no era la suya. Así que empezó a  mirar, a escuchar, a entender su tierra, y, como consecuencia, a desprenderse de los dictados de la ortodoxia enológica. 
Mientras nos cuenta esto y aquello, Flequi nos sirve el primero de la noche, "Viña Almate 2012", el buque insignia, por cuanto supone más de un tercio de la producción total de Alfredo ( unas 16.000 botellas, para un total de 40.000 y 15 vinos distintos). Este vino es un compendio de numerosas parcelas, tanto de la Ribera del Duero, como de zonas aledañas, combinando suelos y altitudes diversas. Nació como un "joven roble" al uso, y se ha reconvertido en un vino en el que la fruta de la tempranillo es la gran protagonista. A nosotros nos huele muy frutal, pero también hay un rastro terroso, con notas posteriores de regaliz. En boca notamos la calidez de la añada, que Alfredo no oculta porque se trata de eso, de transmitir la verdad de su terruño y de cada añada; sin embargo éste juega con el raspón (que acompaña a las uvas en la fermentación) para reducir la impronta alcohólica. Es un método que ya conocíamos de nuestros "superheroes" gallegos. El tanino del raspón (ojo, que también hay que saber de esto) es menos agresivo que el de la madera, y se afina mucho antes en la botella.
Alfredo usa madera azuelada, esto es, barricas viejas a las que se les ha quitado, raspado, la capa colmatada, sucia. Queda una madera curada y más amable. El vino está muy rico; buen inicio.

Seguimos con "Castrillo de Duero 2011", tempranillo de cepas de 65 años de la Sierra de la Demanda. Un vino con más estructura, color, corpulencia.  A veces hace la fermentación maloláctica en la barrica, y después puede llegar a permanecer muchos meses en ellas. 
Al probarlo encontramos más fruta negra (ciruela pasa), más especias. En boca aparecieron notas licorosas.
Nos contó Alfredo que no está acogido a la DO Ribera del Duero. Cuando empezó ya conocía muchos viñedos de alta calidad, tanto dentro, como fuera de la misma. Su estrategia fue labrarse un prestigio basado en su quehacer, hasta lograr una clientela fiel que conocía los "vinos de Alfredo". 
Por ello ha podido jugar con mucha libertad en ese terreno, y ha ido ampliando la geografía de sus inquietudes, llegando, por ejemplo, a la Comunidad de Madrid (donde vive).
Seguimos con "46 cepas 2012". Se trata de un merlot, la variedad que más le gusta. Un vino sin madera, con 100% de raspón. Desde luego resulta frutal, con recuerdo dulce a, por ejemplo, fresa acaramelada, aunque sin excesos empalagosos, y con un amargor en boca que, a los que ya estamos acostumbrados, nos resulta muy interesante. Los gustos tardan en cambiar, por lo que la aceptación del raspón puede llevar tiempo; cuestión de apertura mental.
Por cierto, la etiqueta es preciosa; la hizo su hijo con 6 años, tras una visita escolar a un museo. Le gustó Joan Miró. Parece que el talento se ha transmitido con fuerza (también es suya la etiqueta del siguiente).  
Proseguimos en Madrid, en Navalcarnero,  con "A dos tiempos", un tandem garnacha-tempranillo con 6 meses en barrica (siempre francesa).   La calidez del clima madrileño provoca que los vinos salgan potentes; el grado alcohólico se puede corregir en bodega añadiendo ácido tartárico. Pues bien, la solución aplicada por Alfredo para evitarlo es hacer dos vendimias: una temprana, poco después del envero, y luego la que corresponde en otoño. La mezcla parece funcionar, porque en boca no resulta pesado. Mantiene un punto tánico que, suponemos, mejorará pronto.
Y llegó el momento de "El marciano 2012". Nosotros lo conocíamos bien, pues acabábamos de probar una de las 1200 botellas de este vino de garnachas viejas procedentes de 7 parcelas con biodinámica a tope, que hay que ir recuperando las viñas. Esta primera añada se vendimió el 20 de octubre del año pasado, lleva 100% de raspón y ha tenido una maceración de 40 días (nada menos) con los hollejos. Y así  sale este marciano cuyo nombre procede de los numerosos avistamientos y demás fenómenos asociados a la ufología. Cuestión de fe.
Dejamos los ovnis y nos subimos a la Ribera, para jugar a diferenciar parcelas. Probamos "La Guindalera 2011" y "La Olmera 2011". Dos parcelas ubicadas en la misma altitud, misma ladera,  con la misma edad de las viñas, y con similar elaboración. 
Cambia el suelo, y es que un filón de roca caliza pasa por la segunda parcela. Los dos están muy buenos. Nos gusta mucho esta Ribera del Duero, frutal, directa, franca. La Olmera nos pareció algo más fina, más elegante, aunque se trata de pequeños matices.
Por entonces Alfredo nos contaba prácticas como sus elaboraciones en depósitos de plástico y otros usos alejados del glamour que se le supone a esto del vino (en contraste con la imagen que dan muchas bodegas de la zona, la "milla de oro" del vino español); incluso, oímos hablar de resistencias de peceras en los tanques de fermentación. En cuanto al uso de sulfuroso, nos dijo que solo echa un poquito antes de embotellar.
El siguiente vino fue el "Viña Almate Garnacha" 2011. viñas casi centenarias, con 50% de raspón y 12 meses de barica. En nariz nos encantó, mostrando los encantos, frutales y florales, de una buena garnacha, acompañados de notas especiadas; por un momento nos fuimos a Barolo y al profumo de la nebbiolo (sería la añoranza, que se presentó de pronto). En boca, como los anteriores, mostró ese punto de tanino que merece algo más de botella para su afinamiento. Creemos que estos vinos prometen muy buenas sensaciones en un plazo breve.
De nuevo en Madrid, en Titulcia, para probar "La Viñuela 2010". Otro garnacha-tempranillo con 14 meses en barrica que nos dio la calidez propia de esta tierra, en forma de recuerdos licorosos, de vino de Oporto, muy agradables.

El undécimo vino fue el tempranillo"Gran Fausto", otro homenaje familiar, en este caso a su padre. La historia es interesante, solo se ha elaborado en
2003 y en 2009, que es el que probamos. Resulta que Alfredo tenía una bodeguilla subterránea en Castrillo de Duero, que sufrió un derrumbe parcial, y como no tenía los 6.000 € necesarios para la reparación, allí que se quedó el vino. Y no le fue mal la estancia, porque, pese a que estamos ante un vino con 40 meses en barrica, encontramos elegancia y finura, dentro del perfil frutal y fresco que probamos en los anteriores.
De tintos pasamos a un rosado de garnacha tintorera, "Amanda" una singularidad de aromas minerales y gran acidez en boca. Sin duda, no es el vino para quienes esperan la amabilidad golosa de este tipo de vinos.

Y concluimos con el blanco, "Lovamor", un vino que ya no queda en el mercado, elaborado a partir de la uva albillo mayor, con unos
aromas interesantes, con mucha hierba aromática, algo de corteza de queso, y buena mineralidad. En boca sorprende su acidez. Le preguntamos sobre los matices oxidativos que suelen aparecer en este perfil de vinos, y nos comentó que usó nieve carbónica para enfriar el tanque mientras se producía la maceración pelicular (una semana). Así consiguió buena extracción de color, pero una inhibición de la oxidación.
Como la cosa ya estaba en un buen punto, apareció "La cosa". ¿Y que es eso? Pues un vino procedente de unas cepas de Moscatel de Alejandría con aromas dulces, amielados, y con una acidez extrema que, la verdad, no nos gustó. Pero lo dejamos en el terreno experimental.
Y para terminar la fiesta nos fuimos a Cebreros, a una sesión de arqueología. Resulta que es tradición por aquellos pagos el tener barricas viejas, de Jerez, que se van rellenando cada año con un vino de albillo pasificado. Rubén, viticultor local que acompañó a Alfredo en la presentación, nos dijo que el vino que estábamos probando procede de una bota de finales del siglo XIX. ¿Y qué nos deparó la experiencia? Pues fue muy positiva. En nariz, hay una mezcla de notas muy dulces: café, chocolate, dulce de algarroba, aunque también hay notas sucias ( y es que estamos en el ámbito de lo casero, no en una "catedral" jerezana). 
Y en boca también estaba rico. Pero sobre todo nos quedamos con la sensación maravillosa, otra vez, de jugar con la máquina del tiempo. Y es que el vino es único en ese menester.
Pues eso, que viva el vino. Y gracias, Maestro.
¡Salud!           

sábado, 14 de septiembre de 2013

CARDONOHAY 2011. Chardonnay .Granada. España.

En la visita que hicimos en primavera a Barranco Oscuro probamos este monovarietal de chardonnay, y nos llamó la atención, por lo que nos impusimos la agradable obligación de catarlo con tranquilidad en casa.
Es de color dorado tirando a ambarino, como vemos en muchos vinos biodinámicos.
En nariz muestra la complejidad que también solemos advertir en aquellos: miga de pan, fruto seco (almendra, nuez, maíz tostado), membrillo, manzana asada (recuerdos a sidrería), hierbas y flores, corteza de naranja, y, finalmente, la tierra, lo mineral.
En boca no es menos complejo. Sorprende su acidez, intensa, acompañada de notas salinas en el centro de la lengua, donde también apreciamos su untuosidad. El retrogusto es potente, con esas notas a frutos secos, a miga de pan y a cítricos. El recuerdo que deja es muy largo, de nuevo con la acidez bien presente.
Otro buen vino de esta bodega,y ya van unos cuantos. Gracias, Manuel, por esta pequeña delicadeza (apenas 500 botellas).
Nos costó 19,50 € en vinosautenticos.com.
¡Salud!

miércoles, 11 de septiembre de 2013

BAUMARD CARTE D´OR 2010. Chenin blanc. Coteaux du Layon. Loira. Francia.

Conocimos este vino hace un mes, cuando, en la Taberna A Curva de Portonovo, cita obligada para los amantes del vino (y de la buena comida sencilla) Miguel,  que es un figura en este mundillo, nos lo ofreció a ciegas, como siempre que alguien está dispuesto a seguirle el juego.
Pensamos primero en un riesling, pero era demasiado fácil; no es el estilo de Miguel. Así que tuvimos que tirar de humildad y esperar a que nuestro anfitrión nos dijera que se trataba de...un chenin blanc. Otro chenin blanc del Loira. El caso es que ya sabíamos que se trata de una uva muy versátil, y aquí lo demuestra, ofreciéndonos otro registro, el del dulzor provocado por la botrytis (un hongo, recordemos, que crece sobre la piel de la uva, en determinadas condiciones ambientales, y que va a absorbiendo líquido de la baya, con lo que la concentración de azúcares aumenta).
¿Y qué da de sí este Baumard de color pajizo-verdoso? En nariz nos salen notas minerales, con evolución hacia notas típicas de hidrocarburo. También hay aromas a mantequilla, y a manzanilla (infusión).

En boca nos resulta aún más interesante.
El primer contacto con la lengua es, lógicamente, dulce, intenso. Sin embargo no llega la sensación empalagosa porque encontramos una acidez que se va imponiendo, y que llega hasta el final, donde también encontramos cierto amargor. El recuerdo es largo y placentero. 
Un vino singular, que nos costó 15,90 € en La Tintorería, de Madrid.
¡Salud!  

domingo, 8 de septiembre de 2013

EL MARCIANO 2012. Garnacha.Vino de la Tierra de Castilla y León. España.

Alfredo Maestro Tejero, ese es el nombre completo de quien está detrás de este vino de simpática etiqueta. ¿Y quién es este hombre? No hemos tenido noticias de él hasta hace unos pocos meses; a la espera de conocerle mejor sabemos, leyendo a Victor de la Serna, en "el mundovino.com"  que se instaló en la Ribera del Duero, en Peñafiel (hace un par de meses ya probamos algún vino suyo en el restaurante Montia) y que, empezando dentro de la agricultura convencional, pasó a decantarse por la vía de lo natural, de lo biodinámico, huyendo de la química, como forma más honesta de transmitir la pureza de su terroir.
Sin embargo parece una persona bastante inquieta, por lo que también se ha plantado en el área de la Sierra de Gredos, donde están unos cuantos "locos" que ya conocemos y que están dando mucha guerra con sus elaboraciones.
Pero vamos con el vino. Leemos en "Verema.com" que las uvas proceden de viñedos viejos de Navarredondilla (Ávila), asentados en suelos graníticos bastante pobres. Se trata de un vino joven, sin contacto con la madera. Su color así lo indica, con predominio de la gama de los rosados/violáceos.
En nariz encontramos fruta, buena fruta roja (frambuesa), acompañada de recuerdos florales (lila, violeta) y minerales.
En boca, sus 15 grados son soportados por una acidez estupenda. El dulzor inicial se completa con cierta tanicidad, no desagradable, que puede deberse a la utilización del raspón. Encontramos también notas saladas, minerales, hacia el centro de la lengua, y un buen amargor final.
Otro buen ejemplo de garnacha de Gredos; un vino rico, que se bebe con facilidad (con un toque de refrigeración), muy agradable, y a un precio interesante: 8,90 € en La Tintorería, Madrid.
¡Salud!   

sábado, 7 de septiembre de 2013

GIGOGNAN VIGNE DU PRIEURÉ 2011. Garnacha, syrah, monastrell y cariñena.Ródano. Francia

Presentamos hoy un tinto joven, como apreciamos en su color rubí, no muy cubierto de capa, de la denominación Côtes du Rhône, en el SE de Francia. Como es típico en la costa mediterránea, nace a partir de una combinación de uvas clásicas en la zona, y de una breve crianza en depósitos de hormigón.
En nariz, una vez que aireamos la copa, van saliendo notas diversas: fruta roja en sazón, monte, matorral mediterráneo, especias.
En boca muestra bien su origen, es mediterráneo, y es francés. Por tanto nos encontramos con un vino que cuenta con una carga alcohólica del 14%, pero que está muy bien soportada por la acidez. Los taninos son suaves, recordando a piel de uva, a raspón. El paso es agradable, cálido pero no cargante. Deja buen recuerdo, sabroso.
Hablando con Juan, responsable de La Tintorería, tratamos sobre las diferencias entre los vinos mediterráneos españoles y franceses. Afortunadamente parece ya pasada la moda de los vinos con fruta acompotada envuelta en una madera potente que conformaban un cóctel a veces difícilmente bebible. Frente a esos "pesos pesados", esta línea de vino, desde su sencillez, asegura poder disfrutar de un vino mediterráneo (en el modelo francés, de Chateauneuf du Pape, o del Ródano, como nos recordó Juan).  
Uno de esos vinos (¿cuántos habrá?) bien hechos, que parten de una elaboración muy cuidada y respetuosa con su esencia, que, además, cuenta con un precio muy razonable, para los que nos gusta beber vino habitualmente y no podemos permitirnos tener cuentas bancarias en Suiza: 9,90 €  en La Tintorería, Madrid.
¡Salud!    

martes, 3 de septiembre de 2013

FILAGNOTTI 2009. Cortese. Gavi. Italia.

Repetimos, tras varios años, con este vino, que fue uno de los primeros que conocimos dentro del mundo de los vinos naturales, mundo que nos ha venido proporcionado momentos muy agradables. Aquel vino era la añada 2005. Ya por entonces nos llamó la atención. 
Recordemos que estamos ante un vino de Stefano Bellotti, quien está representado con varios vinos en nuestro blog, y todos estupendos, por cierto.  
Pues bien, este "Filagnotti 2009", de color dorado tirando al ámbar, muestra un profumo, unos aromas, que para nosotros son ya familiares, y que tienen muchos vinos blancos biodinámicos: flores (como el geranio), miel, cítricos, fruto seco, y recuerdos minerales intensos. La crianza en grandes botas de acacia ayuda a resaltar ese perfume. 
En boca...; delicioso. Nos llama la atención las sensaciones amargas, muy suaves, que se apoderan del paladar desde el principio. La acidez resulta estupenda, imponiéndose al alcohol (13,5%), aunque también hay untuosidad para dar empaque al conjunto. Deja un retrogusto estupendo, y ese amargor...
Otro vino fantástico, de la hacienda de Stefano, Cascina degli Ulivi, donde, como leemos en la contraetiqueta "no hacemos el vino, pero le acompañamos en su devenir". Amén.
Nos costó 21 € en vinosautenticos.com.
¡Salud!