Hoy nos vamos de excursión al sudeste de Francia, al Languedoc-Rosellón, que es la zona vinícola más grande y amplia de Francia (400.000 hectáreas, más de un tercio de la superficie vinícola del país, según Juan Muñoz Ramos en su obra "Vinos internacionales"). Estamos en la costa mediterránea de Francia, cerca de Narbona y de Montpellier, donde el clima es cálido, y donde reinan variedades como la garnacha, cariñena, syrah, la monastrell... Y hoy toca conocer una de sus muchas (y pequeñas) denominaciones: Faugères (en el Languedoc), donde los suelos de esquisto aportan originalidad a los vinos.
Allí, Didier Barral (hijo de Leon Barral, que da nombre a la bodega) desarrolla una labor muy respetuosa tanto con la tierra, como en la bodega. Uno de sus vinos, sencillo, es este que traemos hoy aquí, de color picota y ribete aún con matices violáceos.
En nariz, una vez abierto en la copa, nos ofrece notas de matorral mediterráneo, de cuero, de especias, y de fruta roja en el fondo. Lo hemos dejado evolucionar un par de días y, la verdad, casi está mejor; aparecen notas de fruta negra (moras), con un puntito de chocolate añadido.
En boca muestra su carácter mediterráneo, pero lo hace con clase. El dulzor inicial invita a repetir; la acidez contrarresta muy bien el grado alcohólico (13%, que se nos antoja moderado para la región, pero estamos en Francia), y hace que el vino no resulte pesado en absoluto. La madera se nota un poco con unos taninos que invitan a dejar la botella más tiempo guardado, aunque no agreden.
Un buen vino mediterráneo francés que nos costó 16,40 en Lavinia.
¡Salud!
