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miércoles, 4 de marzo de 2009

PAGOS DE ARAIZ 2004 Y DÍEZ CABALLERO 2004. Navarra/Rioja. España.













La cata de hoy se asemeja a uno de esos partidos en que se enfrentan dos equipos de la máxima rivalidad regional. Por un lado, un Rioja; por otro, un Navarra. Pasemos a ver cómo se desarrolla "el partido".

DÍEZ CABALLERO RIOJA CRIANZA 2004 TEMPRANILLO

Nada más salir al campo de juego de la copa, el Díez Caballero se muestra como un Rioja clásico, con una intensidad de color o capa poco oscura, tirando a rojo cereza.

A copa parada lo primero que nos ofrece al olfato es la fruta: fresa, golosina o - una mezcla de los dos - palote de fresa. Tras agitar la copa, aunque permanece siempre esa nota de fruta dulce, se suman también aromas tostados de café o de caramelo de café con leche, y de musgo o tierra húmeda. Según avanza el partido y pasan los minutos, este vino va oliendo mejor y a más cosas.

A la hora de probarlo, sorprende su paso aterciopelado y la sensación carnosa que le proporciona su tacto untuoso. A pesar de su edad, aún conserva una buena acidez que persiste un largo rato después de beberlo y, además, deja en el fondo del paladar un leve recuerdo amargo que no desagrada.

Es un vino que no satura y del que beberías varias copas, sin darte cuenta, durante una agradable conversación en buena compañía.

PAGOS DE ARAIZ NAVARRA CRIANZA 2004 TEMPRANILLO, CABERNET SAUVIGNON Y MERLOT

Si al anterior lo hemos empezado describiendo como un “clásico”, como uno de esos equipos del que te conoces de memoria la alineación y su juego y que nunca te defrauda; al Pagos de Araiz habría que compararlo con un conjunto de juego agresivo y avasallador que puede vencer por goleada o pasarlo muy mal.

La camiseta de este vino tiene una intensidad alta, de rojo cereza madura, casi picota, con un ribete ligeramente amoratado muy bonito.

Nada más olerlo, a copa parada, sorprende la variedad del juego que despliega: especias (¿pimienta? ¿pimiento asado?), regaliz, anisado, café … Y eso que se nota que aún está dormido y que necesita de un poquito de oxígeno para despertarse y ofrecernos todo lo que tiene. Esto se soluciona agitando la copa un ratito. No hay que aburrirse, merece la pena esperar. Entonces es cuando se nota que todo lo anterior se intensifica y que es ahora cuando aparece la fruta madura y la frambuesa.

En la boca, el juego ofensivo de este vino no te deja indiferente. Es muy sabroso y carnoso, aunque los taninos están presentes y se dejan sentir en las encías. Pero, al tragarlo, estas sensaciones no duran mucho. Esto puede invitarte a volver a probarlo una y otra vez, o a abandonarlo a favor del Díez Caballero, que practica un juego menos vistoso pero más efectivo.

En fin, el resultado final del partido, ha sido el de una victoria por la mínima del Díez Caballero. Pero, no hay que fiarse: yo creo que el árbitro no ha sido imparcial.  

¡SALUD!

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