En esta ocasión hemos decidido darnos una pequeña vuelta al mundo en busca de monovarietales para nuestra cata. Chile, Argentina, Sudáfrica, Australia y Portugal son los países que constituyen nuestro periplo de hoy.
LINDEMAUS, SHIRAZ, 2007. AUSTRALIA.
Es el que más nos ha gustado en nariz, ya que ofrece, en primer lugar y con franqueza, aromas a fruta madura. Después, aparece una potente madera tostada, que nos recuerda a destilados como el brandy o el burbon.
En boca, es agradable, con buena combinación de dulzor y acidez y deja un buen recuerdo.
LINGROVE, PINOTAGE , 2007. SUDÁFRICA.
Primero aparecen aromas que se pueden interpretar como de neumático, frenazo o goma quemada (empireumático en términos de cata). Tras agitar, encontramos con dificultad notas de fruta madura.
Al probarlo, apreciamos que, pese a tener una entrada suave, la desagradable sensación aromática se confirma en boca.
LA CONSULTA, MALBEC, 2007. ARGENTINA.
Este vino es de muy baja intensidad olfativa, aunque, con esfuerzo, se detecta un aroma floral (rosa, azahar) y de tierra húmeda.
En boca, nos ha resultado indiferente, hueco.
TABALÍ, CARMÈNÉRE, 2006. CHILE.
Es el que presenta una capa más intensa, casi azabache. Incluso, las paredes de la copa se tintan ligeramente.
En nariz, destaca el aroma de la fruta negra madura: ciruela seca, higo seco. También está presente la madera, con recuerdos de café.
Cuando lo probamos, el paso es muy suave, sin taninos (sorprendente en un vino con esta capa).
No nos gusta tanta suavidad y tanta falta de carácter en un vino.
TRAUMA, CABERNET-SAUVIGNON, 2006. PORTUGAL.
Traumatizados nos hemos quedado. Es desagradable desde el principio tanto en nariz, como en boca.
Huele a bayeta húmeda y sabe, más o menos igual.
Nos hemos gastado 32€ en estos cinco vinos del mundo. La experiencia ha resultado interesante, pues supone un aprendizaje y un asomarse a lo que se está haciendo en el mundo del vino allende nuestras fronteras. Pero, dejándonos de romanticismos, ninguno de los cinco nos ha llamado positivamente la atención. No nos ha gustado, en primer lugar, que sólo dos de ellos (el argentino y el chileno) vengan taponados con corcho (aunque sea de silicona). Los otros traían tapón de rosca.
En segundo lugar no nos ha gustado la excesiva suavidad, la falta de carácter, de todos ellos. Es como si quisieran asegurarse de que van a tener una fácil exportación para agradar a un público lo más amplio posible.
En todo caso, será cuestión de seguir probando los vinos de estos países para establecer una conclusión más fundada.
¡Salud!
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