Relato de una pequeña decepción.
Al abrir la botella el corcho sale con demasiada facilidad. Nos preguntamos si ya le habrá entrado demasiado oxígeno, al tiempo que lamentamos las condiciones de la bodega (Lafuente, en Madrid) en la que hemos comprado este vino. No está climatizada y los vinos se sitúan verticalmente.
Una vez servido observamos que la capa es baja y, sobre todo, que los tonos anaranjados sobresalen. Nos tememos lo peor.
En nariz sólo destacan aromas a goma quemada. Con cierta imaginación conseguimos llegar a lo que esperábamos: aromas a fruta roja y matices florales. Alguna nota tostada de la madera se presenta de vez en cuando.
En boca mantiene algo el tipo. Al menos no es astringente.
Todo esto por casi 8 euros. En fin, habrá que resarcirse probando nuevos caldos.
¡Salud!
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