De capa muy alta, todavía conserva tintes violáceos en el ribete.
En nariz ofrece desde el principio fruta negra (mora) muy concentrada con algún recuerdo de violeta. Con el tiempo se impone un tono mineral. Se nota el alcohol, molesta.
En boca también se percibe y no nos agrada. Destaca un puntito goloso que se compensa con la acidez. Los taninos también están presentes destacando algo más de lo que nos gustaría. Se impone una comida potente para acompañarlo.
Su precio es muy bueno, 6,24 en Santa Cecilia de Madrid. Resulta una buena forma de acercarse a la labor de la bodega Castro Ventosa, que de la mano de Raúl Pérez, ha conseguido notoriedad. Este enólogo pasa por ser uno de esos magos que hacen de regiones poco valoradas lugares donde se focaliza la atención internacional (los puntos de Parker, compras de estadounidenses y japoneses). Lo hizo en el Bierzo y lo está haciendo en Ribeira Sacra.
¡Salud!
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