De nuestra visita a la bodega Mas Martinet nos trajimos estos vinos correspondientes a su gama alta. Procedemos a una minicata vertical.
Vamos primero con el 1998. De capa media y ribete que tira ya hacia el teja; en nariz nos ofrece variadas notas procedentes en gran medida de la madera. Percibimos cedro y aires de vino amontillado (incluso de pedro ximénez). También aparecen la fruta madura y notas minerales (como de hidrocarburo -ahí está la llicorella, el suelo pizarroso de la comarca-).
En boca, como en nariz, molesta un poco el alcohol (14,9%). La entrada es golosa. Hay extracto en abundancia y los taninos todavía están firmes.
El 1996 es muy parecido en cuanto a capa y color. Sin embargo, en nariz se muestra muy discreto, incluso algo insulso. Nos acompaña durante un tiempo un aroma a suelo húmedo (no agradable), que deja paso a notas minerales y de cereza en licor. En boca si apreciamos diferencias notables. Este vino resulta más fino y elegante, más redondo, sin aristas.
Tras catarlos, decidimos acompañar la comida con el resto del 96 y dejarnos, como fin de fiesta y a modo de postre, con el 98. Acertamos.
En cuanto a los precios, suponemos que no están en venta en tiendas habituales, porque se trata de añadas ya veteranas que compramos en la propia bodega.
Balance final: experiencia más que interesante al poder comparar vinos muy distintos siendo tan cercanos en el tiempo. No podemos decir que hayan sido vinos redondos de principio a fin, pero hemos disfrutado mucho en la comparativa, viendo su evolución, descubriendo algunas aristas. Con todo, han resultado placenteros.
¡Salud!
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