Nos hemos trasladado unos días a la provincia de Cádiz. El objetivo: los vinos de Jerez. Hemos podido ampliar las experiencias en Sanlúcar de Barrameda, patria de los manzanillas y, de paso, nos hemos acercado a las inmediaciones de Arcos de la Frontera para visitar Huerta de Albalá.
La historia de esta visita parte en Madrid, en el restaurante Zalacaín, donde Custodio Zamarra, el gran sumiller, nos presento un vino, Taberner, que nos gustó mucho.
La bodega está enclavada en una comarca de agua abundante, no muy lejos de la Sierra de Grazalema, uno de los puntos más lluviosos de la Península Ibérica. Allí, Vicente Taberner emprendió su proyecto que va ligado a las variedades syrah, cabernet sauvignon, merlot y la autóctona tintilla de Rota.
Es una bodega nueva donde se utiliza tecnología moderna, donde todo está limpísimo, siguiendo el patrón de todas las bodegas de vanguardia que se asemejan cada vez más a laboratorios. Esto no obsta para que se cuiden detalles "artesanales" de calidad, como la selección manual de la uva para el Taberner Nº1, o que los vinos no se filtren.
Se elaboran tres tintos: el Taberner Nº 1, la estrella, el vino exclusivo del que se elaboran 7.000 botellas en los años que se consideran excepcionales; el Taberner; y el Barbazul, el más democrático, del que se elaboran 300.000.
También elaboran el Barbarosa, rosado y está en proyecto un blanco que pudimos probar. (La prueba, dicho sea de paso, no resultó gratificante. Tenía un aroma a queso de cabra demasiado intenso y en boca resultó muy plano, sin cuerpo, con poca acidez. Suponemos que están en proceso de búsqueda, intentando encontrar las teclas adecuadas para que la cosa funcione adecuadamente. No es nada fácil esto de sacar al mercado un nuevo vino de calidad).
En las próximas entradas del blog iremos expresando nuestra opinión de cada uno de los vinos de esta bodega, en la que nos atendió muy amablemente Magda.
¡Salud!
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