En Saint Emilion, precioso pueblo (declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO) de la denominación vinícola bordelesa, nos dimos un homenaje en el restaurante Le Clos du Roy y pedimos este Grand Cru de 2004.
De capa alta y con un ribete que apenas mostró evolución, se mostró discreto y elegante en nariz. La madera aportó finas notas especiadas que no enmascararon la buena fruta roja (frambuesa, arándanos).
En boca hizo gala de un perfecto equilibrio entre acidez, taninos y alcohol. Un vino suave, que se abrió al paladar mostrando su complejidad. Su evolución, a lo largo de un par de horas, fue estupenda, dando lo mejor en el último trago.
Su mayor inconveniente fue su precio, 70 € en el restaurante. Por lo que pudimos comprobar debe estar bastante extendida, en el sector hostelero, la práctica de inflar mucho los precios del vino.
¡Salud!
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