La bodega madrileña Vinos Jeromín, de la que ya tenemos catados algunos de sus productos, elabora 4.000 botellas de moscatel de grano menudo, con crianza en madera. Lo conocimos en una cata de vinos madrileños a la que asistimos hace medio año.
De precioso color oro viejo, en nariz, desde luego, es distinto; no podemos decir que sea fácil, por cuanto los aromas no llegan con precisión de manual hasta la nariz; hay una mezcla un tanto difusa, pero no menos atractiva de notas aromáticas que van y vienen: coco, hidrocarburo, orejón (albaricoque seco), plátano maduro, flores, miel...Necesita tiempo para expresarse, porque no es explosivo.
Y en boca, pese a que tiene un 14,5% de alcohol, tiene una acidez cítrica, con recuerdos de pomelo, muy acentuada. Es seco, y su paso por boca presenta un excelente equilibrio entre densidad y ligereza. La acidez provoca que quede mucho tiempo en el recuerdo.
Un vino para abrirse a una tipología, la de los blancos secos, no muy representada en el mercado, y que nos ha parecido interesantísimo. Sin ser expertos en la materia, intuímos que puede dar lugar a curiosas armonías con platos diversos.
Nos costó unos 7 € en la vinoteca Vinos con encanto, de Madrid.
¡Salud!
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