Pues resulta que en Brasil también se hace vino. Así que no dejamos pasar la ocasión de probar uno de sus ejemplares. Dice la botella que ha tenido 7 meses de crianza en roble francés.
Con algo de temor lo abrimos. Nada que objetar en la fase visual: capa media-alta de tono picota. En nariz resulta interesante porque tiene muchos matices: frutales, madera tostada, mineral e incluso algo químico, como barniz o acetona.
En boca se nos ha caído. Resulta demasiado ácido y no nos ha agradado.
Su precio es de unos 11 euros en Lavinia. Por lo menos hemos soñado con un viaje a cálidas latitudes.
¡Salud!
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