Vinoencasa ha tenido hoy la experiencia única de probar un vino blanco de ¡1987!
¿Quién decía que los blancos no se pueden guardar? Hace pocos días Benjamín Romeo ya nos dijo que precisamamente estos vinos blancos (por su acidez y su pH) guardados en barrica tenían mayor potencial de envejecimiento que los tintos. Hoy lo hemos comprobado. Su color es el del oro envejecido. Destaca la untuosidad de su lágrima en los bordes de la copa.
¿A qué huele un vino del siglo pasado? En un primer momento, a frutos secos: almendras, avellanas. También nos acordamos de los orejones navideños porque hay un fondo de frutas inicial. La madera que permite tanta longevidad se muestra fina y elegante, con un ligero toque ahumado. Pasado un tiempo, se destacan notas como a chocolate blanco y a yema tostada. Según pasan los minutos se acentúan los tonos amaderados de vainilla.
En boca sorprende por su destacada acidez. A partir de aquí nos encontramos con un vino untuoso, sedoso y muy, muy aromático. El recuerdo es larguísimo. De la misma manera que los aromas van siendo menos intensos, en boca apreciamos que la acidez también va desapareciendo y, en su lugar, quedan las notas de almendra amarga que nos recuerdan a un Jerez viejo. ¡Cuánto nos deja este Viña Tondonia! Lo ha dado todo, como un héroe clásico consciente de su trágico destino, que nos ofrece hasta su último aliento para redimirnos. Pues sí. Una vez acabada la botella, olemos la copa y nos encontramos con un perfume que es la concentración de todas sus virtudes, el perfume de los dioses.
Como simples mortales que somos, las ocasiones de acceder a la divinidad son escasas. Esta ha sido una de ellas. ¿El precio? Es lo de menos, casi 60 € (57, en Lavinia de Madrid).
¡Salud!
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