Seguimos con los vinos blancos, que parece que apetecen más en medio de las olas de calor estivales. Además tienen el encanto de la sutileza aromática que ofrecen, todo un desafío para los sentidos.Y un desafío ha resultado ser este blanco que, en la Guía del vino cotidiano 2010-2011, tiene la puntuación más alta, sólo superado por ocho generosos.
De precioso color oro viejo, en nariz resulta complejo. Hemos apreciado que la madera tiene mucho protagonismo, con notas de cedro, especias, levaduras y entre ahumado y caucho. En la Guía, los enólogos hablan de fina fruta (pomelo, níspero -ésta se puede intuir-) sobre fondo de humo y mantequilla. Reconocemos que no somos capaces de llegar tan lejos.
En boca nos llama la atención su acidez, con un paso aromático, de un amargoso mineral, que anuncia un largo postgusto.
Vino bien hecho que, si bien no nos emociona, resulta muy interesante.
Nos ha costado 11,50 en Santa Cecilia de Madrid.
¡Salud!
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