Cruzamos los Pirineos y volvemos a Francia, que tan grato recuerdo nos dejó hace unas semanas. Iniciamos nuestra visita a Burdeos, que se prolongará con próximas entradas, con un 2003 de capa altísima, azabache, y un ribete en el que se aprecian los tonos amarronados del tiempo, aunque no de forma alarmante. Las paredes de la copa se tintan completamente.
En nariz huele muy bien desde el descorche, abriéndose a una complejidad de aromas: animales (cuero), minerales, resinosos, especias (vainilla, clavo) y un fondo de fruta rojo-negra.
Lo probamos...; delicioso. Perfecto equilibrio de acidez, dulzor, taninos de terciopelo y extracto. No se nota el alcohol. Paso sabroso al tiempo que delicado y final largo y más que agradable.
Estupenda experiencia que nos costó unos 15 euros en un hipermercado Leclerc. Así de sencillo y así de mágico.
¡Salud!
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