En Abril de este año reseñamos la experiencia que tuvimos con el Viña Tondonia blanco de 1987. Repetimos con la bodega porque, en esta ocasión, queremos encontrar el espíritu de los viejos riojas, el de las bodegas centenarias, que parece un tanto olvidado frente al empuje de los vinos de alta expresión (que no nos disgustan, todo hay que decirlo).
Pues bien, hemos elegido, con el asesoramiento de alguna publicación, Viña Tondonia para acercarnos al concepto de rioja clásico.
Al examinar este reserva 2000 nos encontramos con un vino de capa baja o media-baja, con un ribete anaranjado que denota su antigüedad (al fin y al cabo es del siglo pasado).
En nariz nos encanta la complejidad y sutileza que ofrece. Van asomándose aromas diversos: una madera dulce, que recuerda a la de los vinos generosos, con toques pasificados, caja de puros; recuerdos minerales y de regaliz; ahumados, cerezas en licor...
Lo probamos y nos encontramos con un vino que mantiene una acidez extraordinaria, perfectamente ensamblada con el dulzor. Taninos sedosos y un paso ligero y aromático conducen hasta un final largo y agradable.
Un vino discreto y elegante que nos ha costado 16,40 en Santa Cecilia de Madrid. Un precio muy razonable para conocer a un buen rioja. Estamos algo pesarosos porque parece que asistimos a la decadencia de un estilo. Desde aquí reivindicamos la diversidad. Los clásicos nunca morirán porque siempre tienen algo que enseñarnos o recordarnos.
¡Salud!
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