Vamos con el producto estrella de la bodega Huerta de Albalá. Nos dijeron que se producen 7.000 botellas, aunque en un folleto que nos entregaron leemos 10.000.
Se elabora con delicadeza: selección manual de racimos y bayas, fermentación en tinos de madera (no en acero inoxidable) y no se utilizan bombas para el remontado. Tampoco ha sido filtrado.
Pues bien, este vino, que solo ve la luz en añadas excepcionales, se presenta con una capa alta y ribete picota.
En nariz resulta complejo. La madera está muy presente todavía (14 meses en barrica francesa nueva) y nos da cedro, especias y ahumados. Encontramos notas balsámicas, como de hierbas de monte bajo, regaliz. La fruta aparece muy madura; fruta negra, ciruela pasa.
En boca resulta muy agradable de beber. Está bien hecho, con muy buena estructura (acidez justa, taninos no agresivos, alcohol que no se nota), extracto que no impide un paso agradable y buen final.
El precio, sin embargo, no resulta tan atractivo. Nos costó 51 euros en la propia bodega. Entendemos que se paga la exclusividad de un vino de baja e intermitente producción, pero si nos ponemos a comparar con otros vinos de prestigio de precio similar o inferior es para pensárselo dos veces.
¡Salud!
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