En Vinoencasa queremos iniciarnos poco a poco en el vasto mundo de los destilados. Por eso acudimos a la cata de armagnacs que la bodega Santa Cecilia organizó el pasado día 28 de abril.
César Villar, representante de la empresa Amer Gourmet, distribuidora en España del armagnac Castarède, así como de otros destilados (whisky, ginebra...), nos hizo la presentación. En principio habló del armagnac como de uno de los cuatro grandes destilados del mundo, junto con el whisky de malta, el cognac y el calvados. Curiosamente, no incluyó en la lista a nuestro brandy. Preguntado por la diferencia con el cognac, nos dijo que la clave, además del clima, el terruño y el roble en el que se cría, estaba en el proceso de destilación. El cognac sigue una doble destilación, mientras que el armagnac - como ocurre con el brandy - sigue una lenta destilación continua. Otra diferencia estaba en el envejecimiento, pues mientras que no es seguro que un cognac sea mejor cuanto más viejo, eso sí ocurre con el armagnac, del que se considera que no se debe beber con menos de 20 años. Por último, para acabar con la comparación con el cognac, que es el destilado más prestigiado de Francia y el que más se exporta - un 90% de la producción total -, el armagnac, por el contrario, ha sido siempre la bebida tradicional de los campesinos de la región que le da nombre, donde se sigue consumiendo la mayor parte de lo que se produce.
A continuación, César pasó a hablarnos de las características del Castarède en particular. Este licor sale del alambique con un volumen de alcohol de entre el 52 y el 72%. Poco a poco, durante el envejecimiento, se irá rebajando mediante la hidratación siguiendo el método de las "petites eaux", o adición sucesiva de pequeñas cantidades de agua mezcladas con armagnac, hasta conseguir un porcentaje final en botella del 40-42%. Insistió en que para esta casa lo importante es la tradición. No se hacen innovaciones, sino que se siguen usando las mismas cepas, los mismos vinos blancos y las mismas destilaciones. Y en cuanto a las añadas, no ocurre como con los vinos, que hay años míticos. Aquí no, sino que cada casa, por la mayor o menor acidez del vino que ha servido de base, por alguna variación mínima en la destilación o por las características del roble empleado en la crianza, tiene su propio año mítico.
Antes de pasar a la cata nos instruyó sobre los perfumes básicos que debe ofrecer todo buen armagnac: avellana, melocotón de viña (el de color blanco), flor de violeta, flor de tila, vainilla, ciruela y pimienta. Todo ello sobre un fondo siempre presente de vino rancio. Cuanto más joven, más destaca la fruta: la ciruela fresca. Y cuanto más viejo, más presentes están las frutas confitadas, el tabaco, el cuero, las maderas nobles y exóticas, la hierba seca, el té y el palo de regaliz. Y por lo que respecta al color, va tirando a bronce según envejece, aunque de joven todos presentan un color de azúcar tostada porque se permite la adición de color - práctica que casi todas las casas siguen, aunque nadie para los armagnacs viejos.
César nos aconsejó que para una correcta degustación de esta bebida se sirviese poco contenido en la copa, se esperase a que se abriera bien y se limpiase de cualquir aroma de reducción. Hay que olerlo mucho, pues es increíble la evolución que ofrece en poco tiempo. Y en boca, se toman pocas cantidades que hay que salivar y pasear con paciencia por lengua, paladar y encías. Como curiosidad, nos animó a que no lavásemos inmediatamente las copas, sino que, una vez vacías, las tapásemos y esperásemos al día siguiente. Cuando se ha evaporado todo el alcohol, el fondo de copa ofrece una variedad de aromas apasionante. La temperatura de servicio debe ser la de un tinto. Y se degusta mejor en una copa de cata, que en la copa de balón tradicional. Después de abierta la botella, si se tapa bien y se guarda en lugar sin luz ni calor, puede aguantar mucho tiempo. Incluso años.
Por fin llegamos a la cata. Probamos cinco armagnacs distintos: Napoleón 15 años, Hors d´age 20 años, 1976, 1967 y 1951. Los dos primeros son mezclas de distintos armagnacs y la cifra indica la edad del más joven que se ha utilizado. Los demás son añadas únicas.
Puede que ya estuviésemos completamente sugestionados por todo el discurso anterior de César Villar, pero la verdad es que en la cata se cumplió todo lo que nos contó que íbamos a encontrar. En los primeros destacaban en nariz las notas avellanadas, de caramelo, ciruela fresca y pimienta; y en boca, la madera, ciruela pasa, pimienta y clavo, y el vino rancio. El Hors d´age 20 años se diferenciaba del Napoleón en que ofrecía un color más intenso de miel oscura y notas más verdosas en el ribete; y aromas menos avainillados y más de frutos secos (avellana) y melocotón. En boca era más suave, con un paso mas untuoso y aterciopelado, señal de una mayor integración del alcohol.
En los tres últimos se hallaba la parte más seria de la cata. En cada botella viene indicada la fecha en que se sacó de la barrica y se envasó. Así, el 1967 tenía 27 años de crianza; el 1967, 42 años; y el 1951, 50 años. Encontramos que en un principio no había correspondencia entre la complejidad en nariz y en boca. Así, el más aromático de todos era el 1967 (flores secas, cacao, madera, almendra, manzana asada, melocotón maduro, caja de puros y cuero), pero luego era el que tenía un paso por boca más sutil. Y el más viejo, el 1951, como no podía ser de otra manera, tardó bastante más en expresarse completamente. Cuando lo hizo, casi cuarenta minutos después del servicio en la copa, nos brindó una experiencia única de notas lácteas de natillas, flores secas, té, notas ajerezadas, ciruela pasa y palo de regaliz. Algo muy grande.
En cuanto a los precios, baste decir que, indudablemente, suben cuanto más viejo es el armagnac que compremos. El de mejor relación calidad-precio es el Hors d´age 20 años, que vale 60.20 €. Y el lujo total al alcance de muy pocos - insisto: muy pocos - es el 1951, que vale 526 €. Si alguien os regala una botella de estas es que os quiere mucho, mucho.
¡Salud!
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