Tras probar el Albariño 2010 (anterior entrada en el blog), repetimos con este vino de Rodrigo Méndez, que ha tenido una fermentación en fudres. Es una buena ocasión para apreciar los matices que le aporta la madera.
Es de color dorado, más intenso que el Albariño 2010; y, en nariz, la madera se hace presente desde el principio. Las notas florales y de fruta blanca que distinguíamos en el 2010, son sustituidas por los aromas que le da su crianza en el fudre. Hay notas dulces, acarameladas, y matices especiados. Incluso recuerdos a hidrocarburo.
En boca nos encontramos con una acidez excelente. El vino resulta fresco, muy agradable, con untuosidad, cuerpo y carácter. Deja un recuerdo muy largo.
Como su hermano, el Albariño 2010, es uno de esos vinos que invitan a seguir bebiendo, a disfrutar.Si jugásemos a elegir entre este y el 2010 nos inclinaríamos por el segundo. Nos gustó mucho su discreta rotundidad y su forma de reflejar la especificidad de la uva albariño. No obstante, también pensamos que estamos ante un vino que permite una larga guarda y, ahí, seguro que ofrecerá muchísimo.
Su precio se encuentra alrededor de los 15 euros.
¡Salud!
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