Parten de unas pocas hectáreas de viñas viejas en Cadalso de los vidrios y Rozas
de Puerto Real asentadas en suelos graníticos en los que se llevan a cabo técnicas biodinámicas. Cuentan a su favor con una altitud significativa (unos 1.000 metros), que permite equilibrar a los vinos (el verano madrileño es muy cálido y seco) . El vino permanece cinco meses en barrica de roble francés y de ahí, a la botella.
Y cuando la descorchamos nos encontramos con una capa sorprendente, por lo ligera; y con un color cereza suave, alejado de los brillos e intensidades habituales en los vinos jóvenes.
En nariz comenzamos por advertir una rusticidad como de hollejo, junto a notas minerales. Con el tiempo el vino se abre y parece florecer. Una excelente fruta se asoma y nos regala un vino perfumado y elegante, sin excesos. Sorprende que su graduación (14.5%) pase inadvertida.
¡Buen trabajo, Comando G! El vino resulta excelente para beber entre amigos, con o sin comida de por medio.
Nos costó 11,90 en Lavinia.
¡Salud!
No hay comentarios:
Publicar un comentario