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lunes, 12 de diciembre de 2011

DOMINIO DO BIBEI


Puente Romano sobre el Bibei

El lugar y el viñedo impresionan. En las faldas de Cabeza de Manzaneda encontramos un viñedo muy grande para lo que se estila en Ribeira Sacra: unas 100 hectáreas, todas ellas aterrazadas. La bodega se alza en lo alto de una colina perfectamente integrada en el paisaje.




La bodega
Dominio do Bibei (Bibei es el río que pasa por las cercanías, por donde ya transitaron los romanos en busca de las riquezas hispanas) comenzó cuando un empresario local decidió invertir en algo con voluntad de permanencia. Puso el dinero y buscó a gente de la zona para desarrollarlo. Se buscó asesoramiento, y ahí entraron Sara Pérez y René Barbier. En  2004 entró Laura, la enóloga que está al pie del cañón y que nos acompañó durante una mañana gris y fría.

Laura, enóloga de Dominio do Bibei
Mientras subíamos por las pendientes de la propiedad, nos fue contando que esta es la parte más abandonada de Ribeira Sacra. Así que hubo que comenzar de cero: regenerar parcelas muy castigadas por contaminantes químicos, reconstruir terrazas y plantar. Se empezó por lo que era habitual en la zona, caso de la mencía, pero enseguida se dio entrada a variedades propias de Ribeira Sacra que quedaron en trance de extinción por resultar poco comerciales como, por ejemplo, la delicada Brancellao, la Sousón, la Mouratón, o la Gran Negro. Con ellas se apostó por la diferenciación. 
Nos contó Laura que su preocupación es preservar la tierra, su vitalidad, el poder conseguir alimento ahora y respetar el de las generaciones futuras. El proyecto es ambicioso y valiente, en el sentido de que hay una búsqueda incesante de los datos necesarios para consolidarlo y darle el rumbo deseado. Así, se investiga con las variedades para ver su comportamiento; se practican sistemas de cultivo diferenciados (ecológicos, biodinámicos); se experimenta con elaboraciones diversas: en barricas, fudres de distinto tamaño y huevos de hormigón. Y se está probando con elaboraciones sin sulfuroso. Y a todo esto hay que añadir que estamos ante una propiedad de gran variedad natural, con altitudes que oscilan entre los 300 y los 700 metros, con orientaciones distintas, y con suelos graníticos, arcillosos y de esquistos.
Para completar el panorama habría que mencionar las trabas impuestas por las administraciones o la D.O. , y los atavismos de la población que no parece mostrar un gran entendimiento por el medio natural (una cosa es vivir en el medio rural y otra conocerlo y respetarlo; demasiados incendios provocados, enfrentamientos entre agricultores y ganaderos...).
Ya dentro de la bodega, que se desarrolla en varios pisos aterrazados para aprovechar la gravedad (evitando la intervención excesiva de máquinas) pudimos catar la añada 2008, en la que hicimos un repaso a las distintas variedades de uva. No era el día más adecuado (los vinos parecían no querer abrise y mostrar todo su potencial) ni tampoco la temperatura (10 grados o menos ) ayudó. Pese a todo disfrutamos de la calidad que llevan dentro, con su mineralidad, su frescura y su expresividad.
¡Salud!

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