A finales de septiembre de 2011 acudimos a una cata ofrecida por la vinoteca madrileña Lavinia para degustar vinos elaborados a partir de la uva garnacha por diferentes bodegueros de España y Francia. Allí conocimos a Enrique Basarte, quien nos presentó el proyecto que lleva a cabo en San Martín de Unx, en Navarra, donde ha ido adquiriendo pequeñas parcelas de garnachas viejas -algunas, como informa la etiqueta del vino que hoy traemos aquí, plantadas en 1903- con las que hace dos vinos: El Terroir y La Dama. Los dos han tenido una crianza de 14 meses en barricas de roble francés de distintas capacidades.
El Terroir aparece a la vista con una capa media-alta y un vivo ribete morado-remolacha, que por momentos parece casi fucsia. Semeja un vino joven recién embotellado. En las paredes de la copa la lágrima es densa.
En nariz tiene una complejidad muy interesante. Lo primero que se aprecia son notas ahumadas (beicon) junto con una destacada fruta roja (frambuesa) que incluso da indicios de golosina (chicle de fresa). También asoman aromas florales (caramelo de violeta) y especias dulces (coco, galleta). Necesita tiempo para abrirse del todo. Después aparecen notas minerales (tierra húmeda, champiñón, caucho) y balsámicas (hierbas de monte, menta).
Al probarlo, la entrada es potente. Destacan unos taninos marcados, que se agarran a lengua y encías. Aportan longitud al vino, pero también algo de astringencia que, seguramente, irá desapareciendo con más meses de botella. El dulzor frutal y la acidez están muy equilibrados. Es un vino con mucho extracto, que se nota en el centro de la lengua y lo hace muy sabroso. Al final, queda un cierto amargor que se prolonga en el recuerdo. En el retrogusto vuelve a aparecer la madera de la crianza.
¡Salud!
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