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miércoles, 22 de agosto de 2012

GUIDO PORRO


Guido Porro
Gracias a Miguel, de la enoteca Barolo de Madrid, pudimos visitar la bodega Guido Porro, situada en Serralunga  d´Alba. Se encuentra dentro de ese área de vinos maravillosos del Piamonte que conforman las denominaciones de Langhe, Barbaresco, Barbera y, la más conocida de todas, Barolo. Serralunga está a muy pocos kilómetros del pueblo de Barolo. 


Se trata de una bodega ya centenaria, con seis generaciones de la familia Porro elaborando vino. Guido nació en la hacienda. La enología la aprendió ya desde pequeño, por tanto. Esta cantina está rodeada de ocho hectáreas de viñedo propio, de las que obtienen una producción de unas 30.000 botellas al año. El 60% las vende en el extranjero.

Comenzamos preguntándole por el tipo de conducción de las espalderas, tan distinto a lo que tenemos visto en España, porque nos dan la impresión de que están muy aligeradas de hojas. Las hileras de cepas forman filas muy finas y los racimos cuelgan en la parte inferior, despojados de cualquier hoja que les dé sombra. Guido nos dijo que a la nebbiolo le viene bien tanta insolación y, por otro lado, los pasillos tan anchos entre las hileras de espalderas favorecen la aireación. Su Barolo, continuó Guido, tiene un punto de equilibrio entre la concentración y la ligereza. El objetivo es buscar la elegancia en el vino.

En el interior de la bodega nos detuvimos ante las grandes botas de roble esloveno de más de mil litros. Este tipo de depósito es su preferido, después de haber experimentado con las tradicionales barricas bordelesas de roble francés, que le aportaban a sus vinos notas especiadas que hacían demasiado presente la madera. El roble esloveno y la mayor capacidad de estos grandes toneles respetan mucho más la fruta. También nos comentó que hace la fermentación alcohólica en depósitos de cemento y la maloláctica, acero inoxidable. Finalmente, antes del embotellado, no filtra ni estabiliza sus vinos y solo añade sulfuroso para asegurarse una buena evolución. Las levaduras son las naturales de sus uvas. De la misma manera, en el viñedo no utiliza ningún producto químico, y esto se observa en que el suelo está lleno de todo tipo de hierbecitas.
Terminamos la visita con una degustación de sus vinos. 


El primero fue un Dolcetto 2011, en el que encontramos muy buena fruta roja, bien acompañada de frutas florales y herbáceas. En boca nos pareció excelente, y eso que nos dijo Guido que la botella ya llevaba tres días abierta. Los taninos de la fruta eran muy suaves. Nos dejó un muy buen recuerdo fresco y frutal.

A continuación pasamos al Barbera 2011 Vigna Santa Caterina, un vino que llevaba una semana embotellado tras permanecer seis meses en botas de roble con tostado medio. Ese tostado se nota en nariz, junto a una fruta más madura que el Dolcetto y una mayor concentración. En boca nos pareció un vino más estructurado que el anterior, con algo más de alcohol, buena acidez y unos taninos más potentes propios de su crianza. Creemos que con unos meses más de botella -recordemos que estaba recién embotellado- este vino estará muy bueno.


Serralunga d´Alba
Seguidamente pasamos a sus vinos DOC Langhe. Esta denominación relativamente grande incluye a las más pequeñas de Barolo, Barbera d´Aba, Barbaresco, Dolcetto d´Alba y Dolcetto de Dogliani, entre las más conocidas. Tiene una reglamentación que permite, por ejemplo, que un bodeguero de Barolo saque al mercado su vino sin tener que cumplir el envejecimiento mínimo de tres años que exige la Denominación. Eso sí, en la etiqueta no puede poner Barolo, pero sí Langhe. 

El Langhe Paesan 2007. Es una mezcla de 80% de nebbiolo y 20% de barbera, con crianza de un año en madera. El el color se aprecia ya cierta evolución, con un ribete tirando a teja, y con la capa baja propia de la nebbiolo en las elaboraciones más tradicionales. Al olfato nos vinieron notas de cereza en licor y aromas florales. En boca su mayor crianza le proporciona la finura propia de una buena evolución, con taninos muy delicados y un paso suave y agradable.

La cata continuó con otro Langhe, con nebbiolo 100%: Camilu 2011. En él apreciamos más claramente la ligereza del perfume de esta uva, que recuerda a fresas frescas y hierbas aromáticas. Al paladar nos resultó fresco, con una ligera tanicidad que le da cierto amargor que no molesta.

Finalizamos con dos Barolos del mismo año 2008, procedentes de un mismo suelo arcillo calcáreo pero de distintos viñedos. El Barolo Vigna Santa Caterina 2008 nace en un viñedo de treinta años con exposición suroeste. Nos aportó aromas especiados sobre un fondo de fruta roja. Al probarlo apreciamos los taninos de la madera, acompañados de un punto dulce y buena acidez. Se trata de un vino claramente joven, con mucha vida aún por delante. Recordemos que la normativa de la denominación Barolo obliga a sacar al mercado los vinos con un mínimo de tres años de crianza. Por tanto, la cosecha 2008 es la más joven que se puede encontrar.


Después pasamos al Barolo Vigna Lazzairasco 2008. Este vino procede de un viñedo de cincuenta años con exposición sur-suroeste. Detectamos mayor mineralidad que en el anterior, más complejidad y menos especias. En boca también nos dejó muy gratas sensaciones por su buena acidez, que compensa sus 15º de alcohol, y por la elegancia de sus taninos.
Degustamos cinco vinos con un nivel de calidad muy alto, muy agradables de beber. En una palabra: placenteros.


Para terminar, Guido nos ofreció una grappa destilada a partir del orujo (vinaccia) de sus uvas y envejecida durante tres años en madera que no estuvo nada mal.
¡Salud!

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