Hoy traemos al blog uno de esos vinos únicos que hacen los viticultores que tienen la libertad por bandera. A Rodrigo Méndez ya le conocemos (y le queremos); elabora vinos distintos, auténticos. El Barredo es fruto, una vez más, de su relación con Raúl Pérez; de hecho lo ha elaborado el segundo, para su amigo; una partida única de pocas botellas, a partir de las uvas de la finca homónima, situada en El Bierzo.
De color rubí, muestra una nariz elegante, con notas de fruta roja (fresón, frambuesa), aromas especiados y balsámicos, toques florales, y un fondo mineral, terroso, campestre. Hay también un ligero tostado, en segundo plano (tiene una crianza de doce meses en barricas francesas, usadas). Lo hemos catado en día raíz.
En boca muestra equilibrio, pero también carácter. Acidez, alcohol y taninos están bien compensados, y el vino juega en el paladar con los contrastes; entre el dulzor de una entrada ligeramente golosilla y una acidez que estructura todo el paso por boca; entre la frescura y la ligera untuosidad alcohólica; y a todo esto se suma el amargor tánico distintivo (suponemos que se ha utilizado el raspón).
Estos vinos son así; no nacen para ganar concursos, sino que son el fruto de las inquietudes y la creatividad de esos locos del vino que andan desperdigados por nuestra geografía. Puede gustar más o menos, pero no deja indiferente.
Nos costó 21,50 en la vinoteca "La tintorería", de Madrid.
¡Salud!
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