Hace medio siglo, la bodega Recaredo comenzó la práctica de hacer una reserva especial (particular), en la que se puede apreciar la esencia, la filosofía, el compromiso de esta casa; y todo ello en unas 8.000 botellas (8.046, para ser exactos, en esta añada) .
Este 2003, es de color dorado, y en nariz muestra sobriedad y profundidad. Nos lleva al terreno (difícil de definir; no tanto, quizá, de expresar) de lo mineral; encontramos notas de hidrocarburo, caucho, tierra o polvo. En un plano secundario aparecen recuerdos de mantequilla y, muy al final, ligeros toques avainillados procedentes de la crianza en madera característica de la casa (el mosto de xarel.lo fermentó en roble, para dar más estructura al cava).
En boca este cava revela todo su potencial. Sus diez años no se notan; la estupenda acidez le hace parecer un cava reciente. El tacto en boca es finísimo, gracias a una burbuja que también lo es (reflejo del cuidado con que se hacen las cosas en la bodega), y crea una sensación envolvente que llena el paladar. Se aprecia el punto de sequedad de un brut nature, pero hay más: notas salinas en el centro de la lengua (de nuevo la mineralidad) y un final ligeramente amargo. La acidez ayuda a que el recuerdo sea muy largo.
Un cava que tal vez no sea fácil de entender porque es austero, va a la esencia de lo que es un vino, sin maquillaje y sin distracciones; la tierra en la copa a través del trabajo humano que sabe interpretar esa partitura.
Se trata de un cava muy exclusivo, como indica su precio: 51,30 €, en la propia bodega.
¡Salud!
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