Volvemos a Chile. Desde la región de Burdeos llegó, en el siglo XIX, la uva Carmenere. Desde hace un par de décadas esta uva se ha convertido en uno de los ejes de toda la producción chilena. Aquí va un ejemplo.
De capa alta y bonito color picota, en nariz nos deja, sobre todo, fruta roja madura. La madera no enmascara ese carácter frutal.
Muy buena boca. Acidez destacada, puntito de dulzor, paso carnoso y aromático, buenos taninos y final persistente.
Y todo por 8 euros (en Lavinia). Estupenda relación calidad-precio de un vino sencillo que no defrauda porque está bien hecho.
¡Salud!
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