De capa media-alta y color cereza, estamos ante un vino que requiere decantación o mucho tiempo de espera, algo a lo que los tiempos modernos no son muy proclives.
Por ello, los primeros aromas no son agradables: establo, químicos... Sin embargo, tras agitar un buen rato la copa aparecen notas a mermelada de frutos rojos-negros (mora, arándanos), aunque nos queda, sobre todo, un recuerdo mineral.
En boca destaca por su acidez y por ese carácter mineral que ya advertimos. Los taninos son suaves.
No es un vino fácil, pero tiene mucho carácter; quizá sea recomendable para los que no quieren "lo de siempre".
Nos ha costado 14 euros en Lavinia.
¡Salud!
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