René Barbier, su autor, ya nos había aconsejado que lo decantaramos. Algo más de dos horas antes de catarlo lo hicimos. Pasado este tiempo nos encontramos un vino de capa oscurísima, azabache con un ribete fucsia que denota su pleno vigor.
En nariz, pese a la decantación tuvimos que darle más tiempo para que se fuese expresando...; y nos fue regalando aromas. Primero mineral, la pizarra. A continuación fueron asomándose notas balsámicas o de hierbas aromáticas, regaliz. La fruta negra se fue definiendo conforme la temperatura de la copa subió ligeramente. Finalmente la madera, siempre discreta, nos ofreció notas de café, vainilla y coco.
En boca fue más directo. Desde el primer trago el Mogador demostró gran nobleza. Excelente estructura, con gran acidez y una madera y un alcohol (14,5%) que no sobresalieron. Vino con mucho extracto que, sin embargo, no resultó pesado; todo lo contrario. La acidez y un puntito de dulzor te invitaban a seguir bebiendo. Por vía retronasal los recuerdos frutales se hacían muy presentes. Cada trago parecía mejorar al anterior.
Llegados a este punto tenemos que hablar de la emoción. La emoción que provoca saber que estás ante un vino de gran calidad, que ofrece muchísimo.
El precio: 46 euros en Santa Cecilia de Madrid.
¡Salud!
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