Volvemos a los vinos de Jerez y lo hacemos, de nuevo, de la mano de la Bodega Fernando Rey de Castilla, que visitamos hace unas semanas (como ya reseñamos en este blog). Si hace poco presentamos el Fino, ahora toca el Amontillado.
Un vino de color canela (está dentro de una gama de marrones difícil de concretar) que, en nariz, nos introduce en el mundo de la avellana. Si el Fino tiraba por la almendra, aquí estamos ante un rotundo y nítido aroma avellanado. Pero además nos vamos encontrando con numerosos matices según pasa el tiempo y el vino juega en nuestra copa: notas yodadas, especias dulces, tostados acaramelados... Gran complejidad y una absoluta delicia para el olfato.
En boca reafirma su personalidad. Se estimula todo el paladar; disfrutamos descubriendo su excelente acidez, su toque salado, su paso untuoso. La vía retronasal, gracias al alcohol, disfruta con los aromas que se retienen en la cavidad bucal.
Lo hemos catado a 14 grados, tal y como lo teníamos en la vinoteca. A esa temperatura resulta espectacular en nariz, aunque le hemos metido un poquito en la nevera para que en boca el alcohol no tuviera tanto protagonismo. El resultado global es estupendo. Gran placer servido en pequeñas dosis. Con apenas un par de dedos de vino en la copa puedes disfrutar perfectamente media hora, porque tiene un final eterno. Es de esos vinos que te acompañan una tarde, una buena lectura, una buena película, una charla amigable...
Su precio, entre 30 y 40 euros. Se trata de la gama alta de la bodega, la de mayor calidad. No defrauda.
REPETIMOS:
Un año y medio después lo hemos vuelto a probar y mantenemos lo dicho anteriormente; se trata de un excelente ejemplo de lo que suponen los vinos de Jerez.
¡Salud!
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