MANZANILLAS EN "CASA BIGOTE"

Completamos nuestro periplo por tierras gaditanas pasándonos por Sanlúcar de Barrameda, donde queríamos probar su famosa Manzanilla. Este vino es, en líneas generales, similar al Fino, aunque presenta una singularidad: necesita una humedad mayor para que la levadura Saccharomyces no pare su actividad durante los meses de verano. Ahí están los vientos de Poniente, más frescos, para ayudar a tal fin. Resulta que hay bodegas en Sanlúcar que no pueden elaborar la Manzanilla porque su orientación física no les permite recibir esos vientos atlánticos. Y es que hablar de Sanlúcar es hablar del encuentro entre Guadalquivir y Atlántico, de vientos marinos que aportan su salinidad a la palomino.

Para darnos un homenaje nos fuimos a Casa Bigote, un restaurante de esos que hacen de la cocina tradicional un arte desde hace tres generaciones. Allí pudimos conocer el auténtico langostino de Sanlúcar (que también tiene su comentario, aunque este no es el espacio más indicado) y disfrutar de cazuelitas de guisos marineros sabrosísimos y rotundos. La atención del personal es excelente, por cierto.

En cuanto al tema vinícola comenzamos probando una Manzanilla sacada de una bota situada en el propio restaurante, por lo que la disfrutamos en su plenitud. En la botella pone únicamente "Gabriela" y "Casa Bigote" . Un vino en rama sin filtrar delicadísimo, lleno de matices sutiles (hasta florales), que acompañaban a las notas yodadas y almendradas. Después nos fuimos a la Solear de Barbadillo, más rotunda y más marina. A continuación descubrimos una Manzanilla Pasada de la bodega Barón, sorpresa más que agradable. Tonos tostados y aromas más complejos en los que la avellana se asomaba con rotundidad. Concluimos con un Amontillado, el "Príncipe" de la bodega Barbadillo, muy rico, y con el Pedro Ximénez "La Cilla", de la misma bodega, muy oscuro, denso y pleno de dulzor.

Un lugar que por sí solo ya merece un viajecito a Cádiz.

¡Salud!