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domingo, 31 de julio de 2011

VERGNES BLANQUETTE MÉTHODE ANCESTRAL. Mauzac. Blanquette de Limoux. Francia.


Vinoencasa está teniendo un verano muy viajero y hace pocos días estuvo de visita en el Languedoc, al sureste de Francia. Como no podía ser menos, nos hemos traído unos cuantos vinos de la zona para dároslos a conocer en este blog. 
Empezamos por el más exclusivo de todos ellos, y no por el precio, sino porque se trata del primer espumoso que se inventó en el mundo. Sí, sí, antes que el champán. 
En la abadía de Saint-Hilaire, además de algunas maravillas para los amantes del arte románico como el sarcófago de San Saturnino, obra del escultor anónimo del siglo XII conocido por el sobrenombre de Maestro de Cabestany; se encuentra una bodega excavada en la roca que sirve de cimientos al antiguo monasterio, donde los monjes de Saint-Hilaire inventaron este vino espumoso en 1535. 
Como la mayoría de los inventos, este surgió por casualidad. Sólo hay que bajar a la bodega para comprobar que, en pleno mes de julio, casi se siente frío. Imaginemos lo que sería en pleno mes de octubre-noviembre de ese primer tercio del siglo XVI cuando allí debería estar realizándose la fermentación de este vino blanco. Ocurrió entonces que los monjes, pensando que ya había terminado todo el proceso, trasvasaron el vino desde el depósito donde fermentó a las cubas donde se guardaría para ir consumiéndolo a lo largo del año. Pero, claro, la fermentación aún no había acabado. Allí todavía había bastantes azúcares sin transformar en alcohol y levaduras ávidas de seguir con su trabajo. Así que, con la llegada de la primavera y la subida de las temperaturas, en esas cubas se inicia una segunda fermentación. La sorpresa del monje que fue a abrir la primera barrica allá por el mes de mayo y se encontró con que, al retirar el corcho que la tapaba, hubo una explosión de gas carbónico procedente de la cuba debió ser mayúscula. Y más cuando, al probar ese vino, tuvo la sensación  del estallido de las burbujas en la boca. Nosotros que estamos hartos de coca-colas, fantas, gaseosas, cavas y champanes no podemos imaginarnos cómo pudo ser esa primera experiencia efervescente de esos monjes.
Lo bonito de la historia viene un siglo y pico más tarde, a fines del XVII, pues a esa abadía llega un monje procedente del norte de Francia, llamado Dom Pérignon (¿os suena?). Este religioso también se sorprende al probar este vino único en el mundo, aprende el secreto de su elaboración y decide llevárselo a su monasterio de la región de Champagne. Pero aquí comienza otra historia.
Volvamos ahora a nuestro siglo XXI para contar que, evidentemente, la elaboración del blanquette ya no sigue el mismo proceso que el de los monjes de Saint-Hilaire. Ahora lo que se hace es cosechar unas uvas muy maduras, interrumpir la fermentación mediante un filtrado y embotellar ese vino blanco con sus lías para que en la botella tenga lugar una segunda fermentación que produzca esas burbujas que tanto nos gustan. Existen dos tipos de blanquette, según el tipo de uva mayoritaria. El Méthode Ancestral, que es el que traemos ahora a Vinoencasa, está hecho con un 100 % de mauzac; mientras que el Blanquette Brut lleva, además de la mauzac, un 30 % de chardonnay, incluso puede tener también chenin blanc.
Al servirlo en la copa sorprende la abundacia de espuma que produce y la rapidez con la que asciende. Es una efervescencia que nos recuerda a la de las sales que se disuelven en un vasito de agua para aliviar una difícil digestión. No dura mucho, pronto desaparece esa espuma y apenas quedan unas burbujitas ascendiendo desde el fondo de la copa y flotando en la superficie. Es de un color dorado muy bonito.
A la nariz ascienden aromas dulces de manzana madura (sidra, cava), de flores blancas (azahar) y de repostería (bollo suizo, miel).
En boca la entrada es dulce, licorosa y frutal. Las burbujas se hacen notar ya que parte de ellas estallan en el paladar y se tiene la sensación de tragar un poco de espuma. Es un vino muy goloso pues su dulzor, que no empalaga, invita a seguir bebiéndolo sin cansarse de él. Conviene consumirlo fresquito, como el vino blanco joven que es. Por su bajo contenido alcohólico - menos de un 8 % - la sensación final es la de estar tomando  un zumo. Nos ha parecido delicioso.
Nos costó 7.50 € en la vinoteca L´Atelier des Vignerons de Limoux, Francia.
¡Salud!

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