Centrándonos en este Picarana, diremos que tiene una nariz discreta, en la que las notas herbáceas son dominantes. Con el tiempo (y según el vino va ganando temperatura) aparece una madera suave que le da complejidad y elegancia (no es de los vinos que atufan con sus notas tostadas y acarameladas).
En boca teníamos cierta precaución al ver que su graduación alcohólica es del 14.,5%. Sin embargo el vino tiene una acidez excelente, que la equilibra y le da una largura estupenda. Aquí está su fuerte; hay untuosidad, resulta sabroso y estimulante. Muy placentero.
Todo un descubrimiento. Vamos a buscar otros vinos de la bodega para hacer un seguimiento más exhaustivo. El vino nos costó 11,90 en Lavinia.
Celebramos con este vino nuestra entrada 500. Seguimos con ganas y esperamos que llegue pronto la número 1000.
¡Salud!
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