La bodega Emilio Moro tiene en este vino joven (con cuatro meses de roble francés) su puerta de entrada a la marca.
Y la verdad es que no nos ha invitado a entrar, ya que en nariz destaca la madera, con notas dulces, como de galleta de coco. La fruta aparece con timidez, queda en un segundo plano.
En boca también es protagonista la barrica, con unos taninos marcados que no resultan placenteros en un vino teóricamente joven. Queda algo hueco. Se nota el dulzor inicial y poco más.
Eso sí, a precio de Ribera del Duero. Nos costó 8 euros.
¡Salud!
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