Volvemos a Francia para iniciarnos en una de sus múltiples denominaciones, Bergerac, en el suroeste del país. Este vino de capa alta, color picota y bonito ribete fucsia (muy intenso), en nariz nos recibe con buena fruta roja madura, que se acompaña con notas especiadas, balsámicas y minerales (terrosas). Le viene bien un poquito de tiempo para que se airee y pueda expresarse correctamente.
En boca resulta muy agradable, con una entrada en la que apreciamos el dulzor de la fruta, buena acidez, un paso con carácter, con cierta untuosidad, taninos nada agresivos y un final ligeramente amargo.
Deja buen recuerdo. Es un vino para ir degustando poco a poco, porque, conforme se va abriendo, nos ofrece interesantes notas aromáticas. Vale tanto para disfrutarlo solo como para acompañar a una buena comida, tiene cuerpo para ello.
Nos costó 10,90 € en la vinoteca Tierra, de Madrid. Buena relación calidad-precio para uno de esos vinos franceses que, alejados de los grandes nombres de Burdeos o Borgoña, explican por qué ese país es la referencia mundial en vinos.
¡Salud!
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