De capa alta y color picota, su ribete muestra escasa evolución. En nariz han aparecido, dominantes,
aromas de la crianza (unos diez meses) en roble francés, americano y húngaro: cuero, especias, algo de tostado y café con leche; a las que se suman otras como el regaliz y hasta terrosas y salinas/yodadas (la bodega elabora en los límites del desierto o semidesierto de las Bardenas Reales). A la fruta le cuesta salir un poco, dejando fruta roja madura (cereza en licor) y las notas de pimiento de la cabernet.
Su precio, inferior a los 8 € en Lavinia, es otra de sus virtudes. Una muestra más de la calidad y diversidad de los vinos navarros, y un regalo de una bodega que ha optado por hacer vino en consonancia con la naturaleza.
¡Salud!
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