Álex |
Brovia es el apellido de una
de las familias tradicionales en Langhe y Barolo. No en vano, llevan
asentados aquí casi 150 años, los mismos que tiene la Italia
moderna. En esta bodega nos recibió Álex, un barcelonés que lleva
doce años en el país porque se casó con Elena, que junto a su
hermana Cristina, lleva las riendas de esta bodega situada en
Castiglione Falletto. Su suegro, que ya vendimiaba a mediados del
siglo pasado, pone la experiencia.
Esta bodega cuenta con 16
has, una propiedad ya grande para la zona. Produce una media de
60.000 botellas al año, de las que el 80% se vende en el extranjero.
El peso de la tradición nos llevó a hablar con Álex sobre el
pasado y el presente de Barolo. Nos reconoció que en los años 80 se
vivió el auge que ha puesto a Barolo en el lugar de prestigio que
hoy ocupa, ligado a la presión de periodistas e importadores que
provocaron un cambio en la manera de trabajar de algunos productores
(“modernistas” los llama Álex).
Sin embargo, nos sigue contando,
esa diferencia entre clásicos y modernos ya no está tan marcada.
Todo depende ahora más de la filosofía de cada bodega. Así, hay
bodegueros que buscan un vino más frutal, más amable, bebible en
cuanto sale al mercado; mientras que otros piensan más en el largo
plazo. Eso no impide que los más tradicionales estén empleando
también la mejor tecnología para mejorar sus vinos. Brovia, por su
parte, se ha mantenido fiel a la línea tradicional, sin seguir esos
vaivenes impuestos por la moda y por la crítica.
Depósitos de cemento |
Para elaborar este vino de
línea clásica, hacen una vinificación larga de tres semanas, con
una maceración que incluye varios remontados diarios. Nos cuenta que en época de su suegro la vinificación se alargaba hasta los dos meses.
Para ellos lo fundamental es
la pureza y respetar el matrimonio de la uva y la viña, con la menor
intervención humana posible, buscando complejidad y elegancia. Para
ello, en sus mejores barolos, solo utilizan mosto flor, sin ningún
tipo de prensado, que fermenta en tanques cilíndricos de hormigón.
Estos depósitos cuentan con una espiral interior que sirve para
mojar el sombrero de una forma más uniforme.
Luego el vino pasa a
grandes botas de madera de roble esloveno, cuyo interior raspan cada
varios años como un modo de eliminar los bitartratos y de
renovarlas. Solo usan las levaduras propias de sus uvas y no realizan
ningún tipo de filtrado antes de embotellar. Ya llevan tres años
realizando un tipo de agricultura ecológica que pronto va a ser
reconocida oficialmente. Es un cambio hacia lo ecológico coherente
con una sensibilización profunda hacia aspectos como el futuro de
sus hijos, la alimentación y el medio ambiente.
Concluimos la visita
probando tres de sus vinos.
BARBERA D´ALBA SORI´ DEL
DRAGO 2010. Es un vino criado solo en acero que responde, según
Álex, a las características de una barbera: un vino afrutado, con
una estructura en la que destaca la acidez por encima de la tanicidad
frutal (por eso a veces pueden darle un poco de crianza en roble).
Nos pareció un vino fresco en el que destacaban notas vegetales y
cítricas. Quedó un buen
recuerdo frutal en el paladar.
BAROLO ROCCHE 2008. Procede
de un viñedo de más de cincuenta años de edad. Con una capa baja,
presentó una nariz muy perfumada donde la fruta roja se combinó con
la rosa y la violeta.
En boca se mostró excelente, con una entrada dulce, buena acidez, unos taninos presentes pero no desagradables y cierta salinidad. Es un vino amplio, de los que se van abriendo al paladar. Muy elegante. Nos dejó un recuerdo larguísimo y placentero en la boca.
En boca se mostró excelente, con una entrada dulce, buena acidez, unos taninos presentes pero no desagradables y cierta salinidad. Es un vino amplio, de los que se van abriendo al paladar. Muy elegante. Nos dejó un recuerdo larguísimo y placentero en la boca.
BAROLO CA´MIA 2008. Con una
elaboración idéntica al barolo anterior, muestra claramente grandes
diferencias con él. Procede de un terreno más arcilloso, que aporta
mayor concentración, más carga frutal. Esto lo percibimos tanto en
nariz como en boca. Encontramos una fruta más madura, con recuerdos
de ciruela; y en boca se mostró también más frutal y tánico.
También nos dejó un recuerdo fantástico.
Con esta diferenciación de
terroirs, nos despedimos de
Álex agradeciéndole su atención y amabilidad con nosotros. Recordamos también a Miguel, de la Enoteca Barolo, que nos guió.
¡Salud!
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