Bettina y Lucca |
Nos trasladamos al pueblo de
San Giusto alle Monache, provincia de Siena, para seguir conociendo
las características del chianti y sus distintas elaboraciones.
Gracias a nuestro amigo Marco Gazza pudimos contactar con Bettina y
Lucca, quienes nos abrieron las puertas de su casa, la hacienda San Giusto a Rentennano. Lucca nos
empezó contando que la hacienda es lo que queda de un antiguo
latifundio en el que el señor de turno establecía contratos de
aparcería con campesinos, que tenían casa, tierras y animales para
llevar a cabo una economía agraria tradicional. Hoy cuentan con 30
hectáreas de viñedo, en su mayoría sangiovese, entre otros
cultivos.
Lucca y su hermano empezaron a embotellar su propio vino hace 35 años. Antes su padre hacía vino para venderlo a granel. Eran otros tiempos, en los que primaba la cantidad para obtener unas liras que ayudasen en la economía familiar. Elaboran unas 85.000 botellas, de las cuales el 60% va al mercado exterior.
Las viñas se asientan sobre un terreno arenoso con cantos y tufo (antiguos fondos marinos). Practican una agricultura ecológica, visible en prácticas como la realización de preparados naturales vigorizantes (a base de algas marinas o aloe vera) que permiten reducir a la mitad las dosis necesarias de cobre y azufre frente a oídio o mildiu. También elaboran su propio compost, a partir de los restos orgánicos que genera la granja.
Para elaborar los vinos se utilizan los depósitos de cemento y de acero. Para la crianza prefieren más tiempo de permanencia en madera pero con menos porcentaje de madera nueva. Además, como estamos ante una antigua instalación agropecuaria, cuenta con el espacio suficiente para guardar el vino embotellado un año más, antes de su salida al mercado.
Continuamos con el Riserva Le Baroncole 2009. Es otro Chianti Classico, elaborado con las mismas uvas e idéntico porcentaje, pero con la diferencia de que la selección de los granos es más cuidadosa. Además, tiene ocho meses más de crianza en madera. Con el mismo color que el anterior, en nariz muestra una evolución interesante según se va abriendo. Hay fruta roja, notas florales y aromas avainillados y de galleta de coco. En boca, una buena acidez equilibra sus 14,5º de alcohol. Tiene unos taninos firmes pero no desagradables. Se aprecia que en su crianza ha habido muy poca madera nueva. Este vino aún es joven -acaba de salir al mercado-, pero muestra muy buenas maneras y va por la vía de la elegancia.
La Ricolma 2009 es un merlot de la Toscana. Con una capa alta de tono remolacha y ribete púrpura, en la copa desarrolla aromas concentrados de fruta negra y betún. En boca la merlot se expresó con dulzura, acompañada de recuerdos avainillados de una madera que aún está muy presente en este vino recién embotellado.
En los cuatro vinos hay una
línea homogénea de calidad, apreciable en detalles como el buen
recuerdo que dejan en la boca pasado ya bastante tiempo.
Finalizamos con su Vin San
Giusto, su Vin Santo, el vino que se tenía en las casas para ofrecer
al recién llegado como muestra de hospitalidad y el que el cura
usaba en la misa -de ahí su nombre-. Es un malvasía (90%) y
trebbiano. Se elabora a partir de la pasificación de las uvas en
cajas durante tres o cuatro meses. A comienzos del invierno se
prensan estas pasas. El mosto acaba en una bota de castaño viejo en
el que ha estado el anterior Vin Santo. Allí fermenta muy
lentamente, con la madre, de otros vinos, que no se ha extraído, y
permanece en crianza durante seis años. Es de color caoba y en sus
aromas encontramos pasas, miel y membrillo. Al paladar su dulzor no
sorprende tanto como su acidez. Nos vinieron recuerdos de marrón
glacé, castañas en almíbar. Es un vino de acogida de gente muy
acogedora, como Lucca y Bettina, a quienes agradecemos el tiempo que
nos dedicaron.
¡Salud!
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