Aprovechamos nuestro segundo viaje vinícola a Italia para descubrir otra denominación: Fiano di Avellino, situada en la provincia de Campania. La hacienda agrícola Villa Diamante está detrás de este
vino blanco de intenso color dorado.
Nos ha regalado unos aromas variados y
muy interesantes: notas de mantequilla han dado paso a un tono
mineral dominante, con recuerdos a humo y piedra (algún experto nos
dijo que era el olor que despiden las piedras al chascarlas). También
hemos apreciado recuerdos florales, cítricos, amielados y cera de
abeja.
Pues bien, en boca todavía está
mejor. Al probarlo, lo primero que hemos advertido es su tacto
untuoso, graso. Una percepción breve, que ha dado paso a una acidez
excelente. Después, llegan las notas salinas-minerales y de ligero
amargor, para componer una sinfonía de sabores que llenan el paladar
y prolongan durante mucho tiempo una sensación placentera; y eso que
no se trata de un vino con un dulzor destacable. La acidez y la
mineralidad quedan en el recuerdo de este vino grande, excelente.
Nos costó algo menos de 30 € en la
Enoteca Roscioli, de Roma. Nos la habían recomendado como “la
mejor de Italia” y el caso es que no salimos muy contentos de ella.
No está mal para comprar vino y otros productos (quesos,
embutidos), pero nuestra experiencia, en su parte de restaurante, no
resultó agradable. Su carta de vinos es impresionante (más de 100
páginas), pero ciertos detalles hacen que el local no esté a su
altura.
Si te toca una mesa cerca de la barra es probable que te
contamines de aromas diversos (queso, café). El ritmo, además, no
es nada relajado. En cuanto a la comida, no es nuestro terreno.
¡Salud!
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