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domingo, 7 de octubre de 2012

LA MOVIDA 2009. Garnacha. Vino de la Tierra de Castilla y León. España.

Hace cinco días lo probamos. Estábamos en la reunión organizada por Vinoteca Tierra con algunos de sus  mejores productos. Al llegar hasta la mesa de Maldivinas, la bodega que elabora este vino, Guillermo, uno de los socios, nos comentó que ya estaba para beber (teníamos la botella desde hacía casi un año, y es que nos habíamos asustado un poco al ver en la etiqueta que tiene una crianza de 15 meses en barrica).
Pues bien, este "La Movida 2009", de color vivo, entre cereza y fresa (sorprende un tanto -para bien- el tono de juventud que presenta), hace gala de unos aromas interesantes, limpios. Está la fruta roja madura, pero hay más. 
Aquí abrimos un paréntesis. Hemos catado en día raiz. ¿Y qué es eso? Pecando de simplismo diremos que los seguidores de la biodinámica consideran que los vinos, como materia viva que son, varían en función de una serie de factores: astronómicos, climáticos...; y con ellos la cata. Dividen el calendario en días-flor, días-fruto, días-hoja y días-raíz. También hay nodos lunares, días malos, en los que se desaconseja la cata. Hoy era día-raíz. En teoría, la fruta está menos presente, siendo el momento para apreciar los aspectos más "terrestres" del vino, su mineralidad, su vinculación con un territorio específico. 
En este "La Movida" la mineralidad está muy presente, y se manifiesta en una sensación polvorienta (curiosamente esta misma mañana habíamos estado en la montaña, no muy lejos de la Sierra de Gredos, patria de este vino, y nos habíamos entretenido en cosas como chascar granito, oler tierra húmeda, o musgo. Es lo que tiene el vicio). También hay notas especiadas y, con el tiempo, aparece un ligero tostado. Nos ha gustado que la madera apenas resta protagonismo a las notas iniciales.
En boca este vino muestra potencia,  ya que el alcohol (14,5% -es conveniente beberlo fresquito-) y la destacada acidez mantienen un a lucha cuerpo a cuerpo en la entrada.  Una vez aclimatados a su carácter mediterráneo nos encontramos con un vino de cuerpo ligero pero sabroso, frutal, de taninos domesticados, con un final prolongado y muy agradable. 
Como ya comentamos en la entrada sobre la reunión de Vinoteca Tierra (donde compramos este vino), la bodega es otra de las que se han sumado al redescubrimiento de las garnachas en el entorno de Gredos, en esa línea que va, más o menos, desde Méntrida (Toledo), en el Sur, hasta Cebreros (Ávila) en el norte. No hace mucho que escribimos sobre la comarca, y de bodegas como Canopy, Bernabeleva, Marañones o el proyecto de los Pegaso de Telmo Rodríguez y Pablo Eguzkiza.
El proyecto de Maldivinas es joven, pero, como aquellas, tiene las cosas muy claras; buscan expresar una tierra de suelos pobres y clima duro, donde la garnacha lleva mucho tiempo ocupando esas zonas en las que otros cultivos no pueden desarrollarse. 
En las pocas hectáreas de las que disponen realizan una agricultura muy respetuosa, sin adición de elementos químicos; que se completa con un trabajo en bodega tendente a preservar al máximo la identidad del territorio (no se filtra ni clarifica, las barricas no son de primer uso).
Completamos la cata biodinámica
Le hicimos el vacío a la botella, que quedó casi en dos tercios y, al día siguiente lo volvimos a probar. Día-flor, en teoría el mejor momento para la cata porque es cuando el vino muestra lo mejor de sí. ¿Hemos notado diferencias? La fruta nos ha parecido más presente, también el ligero tostado de la barrica. La mineralidad persiste. Hemos querido identificar notas de monte mediterráneo (tal vez haya sugestión).  Conclusión: hay que hacer más pruebas.
Nos costó unos 15 € (antes de la subida del IVA, hoy cuesta un poco más).  
¡Salud!

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