Hace unos pocos años, Adega Sotelo, la pequeña bodega de Constantina Sotelo, hizo un cambio radical en su producción, apostando por parámetros naturales en nuevas elaboraciones. La base, eso sí, era una albariño, del Salnés, de Cambados, del Atlántico, con enorme potencial y muy bien tratada.
Uno de esos productos es este Sauvage, que podemos probar, tras haberlo guardado con paciencia, pasados ya unos añitos. Es un placer probar un albariño con unos cuantos años; le sienta muy bien el paso del tiempo,
Esta introducción podría quedar en mera palabrería si no fuera porque ya al olerlo entramos en un territorio que promete sensaciones muy placenteras. Fruta dulce (tirando a orejón de albaricoque) y flores, vegetación y tierra, suelo granítico.
En boca nos encontramos con esa buena combinación de acidez y cierta untuosidad (ahí están las lías finas) que le hacen bien a los albariños. Vino afilado (tiene 13 grados que pasan desapercibidos), quizá realzado por su elaboración con maceración pelicular y crianza en ánfora de gres; sabroso, que estimula la lengua con fuerza. Tiene además una ligerísima tanicidad que le da carácter. Un vino muy vivo que transmite buenas vibraciones.
Desde luego, estamos ante un albariño que se sale de los cánones (de ahí que no esté amparado por la D.O. Rías Baixas). No apto para los que identifiquen a estos vinos con caldos del año con sabor ligero a...piñita e outras coisas. Gaitas y Rock and Roll. Sauvage.
¡Salud!
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