Hace ya algunos años, conocimos a Bernardo Estévez. Nos impactó. Con él hablamos por primera vez de permacultura, pero quizá no fue tanto ese hecho el que más nos llamó la atención, como su propia energía y determinación al hablar de su proyecto.
Y es que nos pareció alguien absolutamente entregado a una idea, a una idea radical, entendida como un compromiso sin concesiones hacia un trabajo de pureza y verdad.
Pasaron los años...hace pocas semanas volvimos a contactar con Bernardo. Mal año. No tiene uva, la ha perdido toda. Debe buscarse la vida trabajando para otra bodega.
Nos queda por el momento su vino. Como este blanco de castas variadas (Ribeiro "reserva vitívinicola mundial") que huele muy bien. Aromas nítidos y limpios desde el descorche. Fruta blanca madura, flores, naturaleza viva. Toques de madera (roble francés) ayudan a darle un perfil muy seductor.
En boca está delicioso. Es un Ribeiro, con su grado alcohólico (13,5), pero incorporado a una estructura firme y correcta, con una acidez estupenda. Es un vino que se paladea, que va directo hacia el centro de la lengua, vibrante. Deja un recuerdo excelente, de gran vino. Un vino que reivindica el potencial de esta región cuando se trabaja bien la tierra y se logra transmitir esa riqueza en la botella.
Da bastante rabia saber que Bernardo ha tenido un mal año. Afortunadamente nos quedan vinos como este para disfrutar de su trabajo y para agradecerle su esfuerzo.
¡Salud!
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