Como era la primera vez que oíamos hablar de esto, le pedimos aclaraciones. Partimos de algo que nos suena más, como la biodinámica. Él nos explicó que la biodinámica se diferencia por su capacidad para intervenir ante los problemas de las plantas; por ejemplo, el preparado 501 es un
Pudimos comprobar de nuevo la
atomización parcelaria de esta comarca y el durísimo
trabajo de
siglos creando terrazas en estas colinas que miran al río Arnoia o
al Miño. Fueron estos gallegos duros los que crearían después
muchas de las famosas terrazas del portugués Duero. Muchas han
quedado reducidas a ruinas y absorbidas por el monte. Es el efecto
de la despoblación
Bernardo está tratando de recuperar
variedades locales, silveiriña, tinta amarela (la touriga nacional portuguesa)
ferrol, carabuñeira, pedral, castañal (estas dos ya en los límites
con la comarca del Condado, en Rías Baixas). Nos enseñó también
su método de cultivo: sistema de poda guyot que busca
crear con la
conducción de la planta una especie de vaso en altura. Y es que
aquí, aunque no lo parezca, el sol es duro y no llueve tanto como se
pudiera pensar tratándose de Galicia.
También la hierba protege al suelo
del
problema de la desertificación, importante para las viñas
jóvenes. A esto se suman otras prácticas, como reinjertar viñas autóctonas, que son las que le interesan, sobre
pies viejos de alicante o jerez; su trabajo diario, solitario y manual en sus 2,5
hectáreas; no cortar las guías de la planta, sus puntas,
para evitar desórdenes hormonales.
No es la suya una historia fácil. Hasta hace pocos años era
mecánico en Vigo y su contacto con el vino,
como en tantos otros casos, viene de familia: sus padres, su tío José,
que tiene una bodega, y sus abuelos. No estudió enología. Cuando
decidió jugársela de verdad, contactó con cultivadores
portugueses, especialmente André Enriques, que le introdujeron en
estas prácticas naturales, y actualmente hay que citar en la comarca
la figura de Xosé Luis Sebio, del que escribiremos en la próxima
entrada. Hasta ahora ha podido mantener su sueño porque no paga
hipoteca y apenas gasta en alimentación; pero lo tiene difícil en
este momento, en un contexto de crisis, de reducción del consumo de
vino en España, de desconocimiento general avanzado en el mundo del
vino.
Nos olió muy bien, con complejidad floral, frutal y
balsámica. La
madera estaba muy bien integrada. En boca también,
aportando sensación de redondez a un conjunto que apunta a muy
placentero. Los 14 grados de alcohol (sí, 14% en Ribeiro, esa
tierra que se conoce -se desconoce más bien- por vinos fresquitos y
sencillos) estaban muy bien compensados.
Rematamos con su proyecto de tinto, que
está en barrica. Una mezcla de tinta amaela, tinta roriz, mencía,
sousón, brancellao, tinta
da zorra y ferrol. Un vino que nace de uva
pisada y con raspón incorporado. En nariz nos encantó volver a
encontrar esos aires de vino gallego que se pueden reconocer en
varios buenos elaboradores, llenos de matices florales, frutales,
balsámicos, tan distintos al monótono panorama olfativo español.
En boca nos encontramos con la aspereza del raspón, su verdor, que
no nos impidió apreciar que tiene buen cuerpo.
Resultó una visita muy agradable,
instructiva
y sorprendente por cuanto nos encontramos con un proyecto
de vino muy interesante y arriesgado. La lástima es que el mercado no
favorezca estas aventuras. Quizá haya que esperar, como tantas
otras veces, a que venga un extranjero a valorarle y a llevarse su
pequeña producción de 1.000 botellas.
¡Salud!
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