Seguimos con los vinos de Ismael Gozalo. Con otro blanco que nada más abrirlo ya muestra esa impronta personal y única que sabe dar a sus vinos y que resulta tan seductora.
Los aromas frutales, casi acaramelados (con diversos matices: fruta blanca madura, recuerdos tropicales, anisados...) se imponen, e invitan a repetir (más de una vez).
En boca encontramos una acidez excelente, cierta salinidad, y ligera untuosidad (ahí están las lías), que hacen que resulte sabroso y muy placentero (lo cual no es ninguna novedad). Al final apreciamos también cierto amargor que aporta más matices interesantes. Poco más que añadir. A disfrutar.
¡Salud!
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