Este tinto, de media intensidad, presenta con gran limpieza notas variadas: fruta roja en sazón, crujiente, combinada con notas florales (zarzamora, violeta). Hay recuerdos vegetales en un segundo plano, también de aceituna.
En boca está espectacular. Acidez correctísima que le da un aire más atlántico que mediterráneo. Un vino equilibrado, de paso fácil por bueno, muy placentero, y con muchos matices.
Tiene una elaboración peculiar: crianza inversa (en toneles de roble francés de 300 litros). Consiste en que la fermentación arranca ya en el tonel (la mezcla de mosto con pieles y raspón -la brisa, en el argot-) y finaliza en este. Ahí permanece pasando el invierno (de forma que precipita y se filtra de forma natural) hasta que el vino de los toneles pasa a un depósito de acero para que quede homogéneo. Y de ahí, a la botella. Los dos años que ha estado en botella le han sentado divinamente (este tiempo es necesario para que los aromas reductivos se vayan).
¡Salud!
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