Probamos hoy el crianza de mencía de la adega Algueira, que ya habíamos catado en una añada anterior, la 2005. Recordemos que esta bodega se caracteriza por cultivar únicamente las variedades autóctonas de la zona y por querer que sus vinos expresen de la mejor manera posible el lugar del que proceden: las laderas aterrazadas del Sil, en la frontera entre las provincias de Lugo y Orense.
Fernando de Algueira y Vinoencasa |
Fernando de Algueira, el bodeguero, dice que son los mejores viñedos del mundo y nosotros no le vamos a desmentir porque de ellos obtiene muy buenos vinos, como este que traemos hoy aquí.
Vestido con una capa media-alta y ribete rubí, deja una densa lágrima coloreada en las paredes de la copa. Se aprecia una ligera reducción nada más servir, pero desaparece en pocos instantes. Después, las primeras notas que se ofrecen a la nariz son de tipo animal (pelo, establo), que van a quedar de fondo durante todo el resto de la cata. Es una característica de la mencía y a nosotros nos gusta mucho que los vinos sean sinceros y no engañen en cuanto a la variedad con la que están elaborados. Sobre ese fondo animal se aprecia, también, mucha fruta roja en sazón (fresón, frambuesa) y un ligero toque ahumado (hollín) de mineralidad. Solo después de pasado bastante tiempo nos aparece el aroma de la madera (cedro), y de forma muy discreta.
En boca, sus taninos dulces, suaves, acarician las encías y el paladar. Se aprecia también mucha fruta, lo que lo hace un punto goloso. Pero su elevada acidez y un ligero amargor final equilibran ese dulzor frutal. El paso es amable y ligero, y su frescura es sorprendente - muchos blancos carecen de ella hasta este punto - y hace de su degustación una experiencia muy placentera. Lo compramos en la bodega y nos salió por unos 20€.
¡Salud!
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