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domingo, 11 de marzo de 2012

FINCA AIGUASALS 2008. Cariñena. España.

A la vista aparece vestido con una capa media color cereza con un bonito ribete rubí. Desde la primera copa se aprecia algo de materia en suspensión, señal de que se trata de un vino que no está filtrado ni clarificado. Para los que tengan remilgos con esto, recomendamos la decantación.
En nariz domina la mineralidad (olores terrosos, polvo). También encontramos tonos florales (violeta), frutales (frutas rojas), tostados (cacao y, más tarde, tofe-caramelo de café con leche). Hay un fondo de madera, muy presente, que está ahí durante toda la cata. Las demás notas evolucionan pero las referentes a la crianza en madera (vainilla, tostados) se muestran muy insistentes todo el tiempo.
En boca entra potente, con carácter. Hay buenos taninos maduros. La fruta se muestra ahora con más claridad que en la fase olfativa. Tiene buena acidez. En el final queda un agradable amargor tánico. Y en el retrogusto vuelve a aparecer, otra vez, la madera nueva de buena calidad con algo más de protagonismo del que desearíamos.

Este es el tercero de los vinos que presentamos en Vinoencasa de la bodega Celler Dosterras. Recordemos que los otros dos han sido el Vespres y el Dosterras. Con el Finca Aiguasals esta bodega perteneciente a la D.O. Montsant - aunque en la etiqueta no hay indicación geográfica alguna -  nos ofrece un vino muy exclusivo del que elabora poco más de 900 botellas, a partir de viñas de cariñena con una edad superior a los 80 años de una sola finca de pequeña extensión. ¡Qué buena idea! Uno tiene unas viñas veteranísimas que concentran en su escasa producción - ¿cuánto pueden ofrecer, medio kilo, seiscientos gramos por cepa? - toda la esencia que extraen del suelo de pizarra en el que crecen y hace un vino que trate de expresar todo eso con claridad. Vale, pero entonces, ¿por qué ese protagonismo tan marcado de la madera? Es como cubrir al David, de Miguel Ángel, con una fina gasa de seda. Se adivinarán bajo ella las bellísimas formas de la obra maestra del escultor florentino, pero no con claridad. Pues esto es lo que ocurre con este Finca Aiguasals: la larga crianza de 24 meses en barrica aún no se ha integrado lo suficientemente en este vino para que no distraiga y dificulte apreciar la magnífica cariñena y la mineralidad de las viñas viejas que se intuyen en el fondo. Seguramente deberíamos haber abierto esta botella un par de años más tarde o, mejor aún, la bodega la podía haber sacado al mercado en 2014.
Nos costó más de 20€ en la vinoteca Tierra, de Madrid.
¡Salud!

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