Seguimos con la bodega Cható Gañán, que se está muy a gustito. Hoy toca Cebreroso. El nombre juega, obviamente, con la combinación de lo local y los vinos generosos, y la verdad es que nada más olerlo nos vamos a Jerez ¡Bieeeeeennnn!
Ahí están las nueces, el fruto seco, el marrón glacé, y unas notas minerales por debajo muy interesantes (que con el tiempo ganan protagonismo). Está claro que la elaboración marca el producto, pero la viña vieja reivindica su importancia.
Lo probamos. Maravilloso. Ojo, es que nos encantan los vinos jerezanos. Ese cuerpo untuoso, sabroso, salino; esa invasión aromática que permanece mucho tiempo. Ligerísimos taninos y una acidez con la presencia suficiente para que el conjunto resulte excelente.
¿Y esto cómo surge? Nos cuenta Kike que, por un lado, le gusta mucho el rollo jerez y, por otro, era tradición en Cebreros regalar toneles para elaborar este tipo de vino en los matrimonios a modo de ajuar alimenticio, fondo de pensiones marital-placentero.
Así que la misma uva de La Chanin, una pequeña cantidad, se dejó en un viejo tonel donde crió velo de flor unos ocho meses. En verano el velo desaparece y se inicia una crianza oxidativa que se ve en el color ambarino del vino. Y de ahí a la botella. Este vino no está encabezado.
Estamos ante una primicia, y ante un regalo. Parece ser que dentro de no mucho se podrá adquirir en el mercado (ya han adquirido una bota jerezana para producir más cantidad).
De momento...tiempo y amor. Gracias, Don Enrique.
Poco más que añadir. Jerez en Gredos, por qué no.
¡Salud!
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