Este es el tercer vino que presentamos de la bodega bordelesa Château Maison Blanche. Tras su Vinum Simplex, vino ecológico elaborado con uvas de agricultura biodinámica, ahora probamos el que se presenta como su producto más exclusivo.
Estuvimos visitando la bodega en Navidades y Nicolás Despagne, su propietario, nos contó que se hallaba en pleno proceso de conversión de toda su producción a la agricultura biodinámica desde 2006. Este vino, por tanto, es anterior a esta transformación. Se trata de un vino de guarda, como, según su parecer, deberían ser todos los de la región de Burdeos. Para él, hay un tiempo mínimo de seis-siete años en que sus vinos no se comportan como plenamente adultos en la copa. Por debajo de esta edad, se podrán beber, pero se estará bebiendo un vino adolescente, cuando no infantil. Así que con este 1999 no creemos correr ningún riesgo de infanticidio.
Este Maison Blanche se elabora con merlot y cabernet franc de más de 45 años. El porcentaje de cada una varía según el año, pero siempre predomina la merlot con entre un 60 y un 90%. La crianza se realizó durante 15 meses en barricas de roble francés nuevas y de distintas generaciones (hasta de tres usos).
En la copa presenta una capa media-baja, color cereza con ribete anaranjado. Al servirlo apreciamos algo de reducción, que desaparece al poco de empezar a agitar. Es intenso en nariz, con predominio de las frutas rojas (frambuesa) y negras (arándanos, moras) maduras. También hay notas claras de cedro y especias (pimienta). Poco a poco aparecen otros aromas minerales (hidrocarburo) y procedentes de la crianza (ahumados, café, barniz).
En boca, a pesar de su edad, aún tiene mucha fruta. Es de entrada muy amable, con taninos presentes pero ya muy pulidos. En el retrogusto nos vienen recuerdos de maderas envejecidas. Tiene una estupenda acidez y un contenido alcohólico tan comedido - 12.5% - que hacen que beber este vino resulte un placer que va aumentando según pasan los minutos y se va abriendo.
Comprobamos con este Château Maison Blanche 1999 que a los vinos de Burdeos les sienta muy bien la larga crianza y que, si no exactamente el que pide Nicolás, hay que darles unos años de botella para apreciarlos en su plenitud. Nos costó 19.50€ en la propia bodega.
¡Salud!
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