Concluimos
nuestro viaje a tierras del cava catalán con la visita a Ton Rimbau, de quien no
sabíamos nada hasta que, en el mismo viaje, leímos un reportaje sobre vinos de xarel.lo en la revista Metrópolis, de El Mundo. Escribía Luis
Gutiérrez que Ton hace vinos naturales, que los embotella en
porcelana y los mantiene sumergidos en agua, en zonas geológicas no
negativas; demasiado tentador para nosotros. Así que le llamamos y
quedamos con él en Vilobí del Penedés.
Lo primero que
hicimos fue visitar unos lagos formados en antiguas canteras de yeso
que conforman un enclave bellísimo. Ton está tratando de que los intereses urbanísticos no se lleven por delante este lugar
tan singular, en el que vuela el búho real. El Penedés merece una
visita sosegada; está muy cerca de Barcelona, la gran urbe que parece devorarlo todo, y sin embargo en esta comarca todavía se
puede disfrutar de enclaves naturales e históricos notables.
Ton tiene
apenas 3,5 hectáreas de viñedo, que proceden básicamente de las 7
que tenía su padre, antes de que la construcción de un polígono
industrial les obligase a perder la mitad. En su casa se hacía vino a
granel, y también se vendía la uva a bodegas, algo habitual en la
comarca.
Ton tiene una empresa de cajas de madera para bodegas, esas cajitas que se suelen regalar en navidades y que en estas últimas, con la crisis, se han reducido muchísimo, dejándole en una situación muy apurada. Paralelamente está tratando de llevar a cabo un sueño que empezó hace unos cuatro años, el de hacer su vino, que no es cualquier vino.
Como tantos elaboradores que vamos conociendo su vino nace en el viñedo, y a ellos fuimos para seguir aprendiendo. Son pocas tierras pero muy cuidadas. Su padre, agricultor al modo tradicional, de los que se mostraban orgullosos de no tener ni una hierba en las viñas, al que “solo le faltaba planchar el viñedo”, murió hace doce años.
Ton, autodidacta,
siguió aplicando sus métodos basados en los tratamientos
sistémicos. Sin embargo su capacidad de observación, su sentido
común y su conciencia ecológica le llevaron a ir cambiando, pese al
escepticismo de la familia. Para empezar nos dijo que no ara la
tierra, que siega la hierba para no levantar polvo, ya que, al arar, los tractores levantan polvo y también se produce el efecto de cierre capilar de la tierra, aumentando su rendimiento.
Nos enseñó también un sistema de conducción original, en L, de forma que un sarmiento queda en vertical, enlazado a la espaldera, y otro sale en horizontal, hacia la calle entre las espalderas, para conseguir una mejor exposición de la planta a los rayos solares.
Ton tiene una empresa de cajas de madera para bodegas, esas cajitas que se suelen regalar en navidades y que en estas últimas, con la crisis, se han reducido muchísimo, dejándole en una situación muy apurada. Paralelamente está tratando de llevar a cabo un sueño que empezó hace unos cuatro años, el de hacer su vino, que no es cualquier vino.
Como tantos elaboradores que vamos conociendo su vino nace en el viñedo, y a ellos fuimos para seguir aprendiendo. Son pocas tierras pero muy cuidadas. Su padre, agricultor al modo tradicional, de los que se mostraban orgullosos de no tener ni una hierba en las viñas, al que “solo le faltaba planchar el viñedo”, murió hace doce años.
Viñedo de Ton (izqda) y otro; sobran las palabras |
Nos enseñó también un sistema de conducción original, en L, de forma que un sarmiento queda en vertical, enlazado a la espaldera, y otro sale en horizontal, hacia la calle entre las espalderas, para conseguir una mejor exposición de la planta a los rayos solares.
Otro ejemplo: a la derecha el viñedo de Ton |
Observando la naturaleza ha aprendido que sus uvas están a punto cuando las abejas aparecen para darse un festín, entonces hay que darse prisa para no perder la cosecha. Para entonces los vecinos ya hace semanas que han vendimiado. La diferencia es obvia cuando nos enseña la foto de dos pepitas de uva, la de sus racimos y la de otros. La suya es de color rojizo y está dulce, mientras que las otras son verdes y amargan (de hecho hasta piensa en un posible uso de las suyas para repostería).
Musgo al pie de las cepas, viñedos llenos de vida |
Nos dio
también información sobre algunos de los tratamientos que aplica en
el viñedo; no utiliza los preparados que se entierran en cuernos de
vaca, algo común entre los biodinámicos, porque no le gusta la
idea de que haya que matar a un animal para un beneficio que está
tratando de conseguir usando otras vías. Como insecticida natural, cuida con mimo una pequeña colonia de arañas -de las que ha hecho el logotipo de sus vinos- tratando de no romper sus delicadas telas, para que caigan en ella todos los insectos dañinos para las viñas.
Para sustituir el azufre ha probado con polvo de roca y magnesio, usa la lecitina de soja para sustituir al cobre y ha probado con el propóleo, pero es muy caro. Para elaborar su vino dulce de uvas pasificadas y botritizadas en la propia cepa, nos contó que, cuando las primeras hojas se caen, aplica un tratamiento de algas y aminoácidos, algo que ha aprendido de agricultores de Lleida, interrumpiéndolo cuando se empieza a secar la uva; entonces entra en juego la botrytis. Piensa utilizar zumo de limón para eliminar ciertas hierbas duras que crecen hasta cubrir las viñas por completo.
Para sustituir el azufre ha probado con polvo de roca y magnesio, usa la lecitina de soja para sustituir al cobre y ha probado con el propóleo, pero es muy caro. Para elaborar su vino dulce de uvas pasificadas y botritizadas en la propia cepa, nos contó que, cuando las primeras hojas se caen, aplica un tratamiento de algas y aminoácidos, algo que ha aprendido de agricultores de Lleida, interrumpiéndolo cuando se empieza a secar la uva; entonces entra en juego la botrytis. Piensa utilizar zumo de limón para eliminar ciertas hierbas duras que crecen hasta cubrir las viñas por completo.
Se muestra
preocupado por reducir la huella de carbono, y así le gustaría
poder usar un coche eléctrico para pasar entre las viñas, o ya ha
decidido que sus botellas vengan en tren (desde Alemania) porque
esto genera menos CO2 que si vienen en camión.
Sus botellas se identifican con una plaquita de madera sujetas por un cordoncito; no están pegadas para no usar nigún elemento químico, aspecto que, como otros, le ha llevado a tener que pelear mucho ante la burocracia de su denominación. Se muestra agradecido a los que le han ayudado en su camino, como Albet i Noya, al tiempo que sus ideas han influido en otros como Gramona.
Sus botellas se identifican con una plaquita de madera sujetas por un cordoncito; no están pegadas para no usar nigún elemento químico, aspecto que, como otros, le ha llevado a tener que pelear mucho ante la burocracia de su denominación. Se muestra agradecido a los que le han ayudado en su camino, como Albet i Noya, al tiempo que sus ideas han influido en otros como Gramona.
Sus vinos los
elabora Manel Avinyó, un enólogo con 25 años de experiencia; esas
uvas tan cuidadas no pueden quedar en manos de cualquiera. De esta
forma puede hacer un vino sin añadir sulfitos, algo que está
atestiguado por los análisis realizados por el INCAVI y que Ton nos
enseñó. Al vino sólo se le hace un filtrado de partículas gruesas
ya que se cría sobre lías.
Uno de los pozos de almacenamiento |
Temperatura externa (arriba), y del agua |
Él simplemente las localiza con unas varillas (es algo sencillísimo) y las evita.
Finalizamos catando sus vinos. El primero fue el Porcellánic vi Xarel.lo 2011, elaborado parte en depósito de acero y parte en barrica nueva.
Enseguida
reconocimos el aire familiar de muchos vinos biodinámicos, que
afortunadamente están siendo cada vez más reconocidos. Mostró
mucha complejidad en nariz, con fruta dulce: membrillo, manzana (sidra natural), dulce
de castaña; toques campestres y frutos secos; había notas de fino
jerezano, con un peculiar aroma que nos recordaba a maíz tostado.
En boca es uno
de esos vinos que descolocan, que desarman porque no son de manual de
catas. Su acidez era estupenda y mostró una densidad ligera, con un
tacto acuoso que nos recordó las palabras de Laureano Serres
hablando del “monovarietal de agua”. Había un toque salino,
mineral, evidente y el retrogusto nos regaló de nuevo los aromas
anteriores. Mostró una persistencia muy grande.
El segundo vino
fue el Porcellánic vi Xarel.lo sur-lie 2011; con una elaboración
parecida, aunque con lías. Se mostró muy tímido, y es que estos
vinos, al ser vinos “vivos”, pasan por diversos estados. Es otro de
los riesgos que asumen estos productores y que la gran industria del
vino no quiere permitirse, por lo que dependen del laboratorio para
que sus vinos estén siempre dentro de unos valores homogéneos.
Ton nos comentó
que hacer estos vinos era como tirarse desde un avión; a nosotros se
nos vino a la mente la imagen del austríaco que hace unas semanas se
lanzó al vacío desde la estratosfera.
Lo bueno que tienen estos vinos es que están vivos, así que nos llevamos la botella con su taponcito puesto (sin vacío) y a los dos días (día flor) lo volvimos a catar en casa. Y ganó en expresión; en nariz encontramos notas a fruta blanca, florales, y apuntes cítricos.
En boca, volvimos a disfrutar con su excelente acidez, y su paso suave, con su tacto acuoso pero que deja la lengua con la sensación de que toda la materia que contiene el vino se deposita en su centro. Dejó un recuerdo muy prolongado.
Lo bueno que tienen estos vinos es que están vivos, así que nos llevamos la botella con su taponcito puesto (sin vacío) y a los dos días (día flor) lo volvimos a catar en casa. Y ganó en expresión; en nariz encontramos notas a fruta blanca, florales, y apuntes cítricos.
En boca, volvimos a disfrutar con su excelente acidez, y su paso suave, con su tacto acuoso pero que deja la lengua con la sensación de que toda la materia que contiene el vino se deposita en su centro. Dejó un recuerdo muy prolongado.
La cosa acabó
a lo grande, con el Porcellánic vi dolç natural. Procede de
uvas macabeo recogidas en noviembre (cuando lo normal en la comarca
es que se haga en agosto) y pasificadas en la cepa. Se elabora en barrica con removido de lías.
En nariz es de esos vinos que gustan fácilmente, con aromas a miel, a confitura de albaricoque, a yema tostada, a cítricos, con algún toque gomoso, como de plastilina (notas que son propias de este tipo de vinos cuando son jóvenes -nos aclaró Andrew Ashurt, un inglés que va para Master of Wine y que estaba con nosotros en este festival-). En boca tampoco defraudó, con una acidez que mantuvo el pulso al dulce y que hizo pasar inadvertida la carga alcohólica. En boca quedaron aromas a dulce de leche y a yema tostada.
En nariz es de esos vinos que gustan fácilmente, con aromas a miel, a confitura de albaricoque, a yema tostada, a cítricos, con algún toque gomoso, como de plastilina (notas que son propias de este tipo de vinos cuando son jóvenes -nos aclaró Andrew Ashurt, un inglés que va para Master of Wine y que estaba con nosotros en este festival-). En boca tampoco defraudó, con una acidez que mantuvo el pulso al dulce y que hizo pasar inadvertida la carga alcohólica. En boca quedaron aromas a dulce de leche y a yema tostada.
Y qué decir de Ton Rimbau, pues que merece tener suerte. Esperemos que, al menos, consiga los añorados importadores extranjeros que le vendrían muy bien para solventar su situación de apuro. Nos gusta ver su obstinación en el proyecto, basada en que cree en lo que hace; tiene la valentía necesaria para hacer vinos de riesgo.
¡Salud!
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